El Atila del sur Page: 23
112 p.; 23 cm.; ill.; ports.View a full description of this book.
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teniendo el brazo con que trataba de levantar el arma para hacer fren-
te al bandido. Suenan tiros y un chillido. Luego otra detonación.
Las balas dirigidas por Zapata han perforado el cuerpo de la vieja.
Rolando no pudiendo hacer uso de su rifle empuñó con la mano
izquierda su revólver disparando.
Zapata abrió los brazos en cruz y se desplomó como una masa
inerte, la vieja soltó el cuerpo de Rolando y cayó también arañando
las piedras en las ansias de la muerte.
Las antorchas ardían sobre el suelo déla gruta, iluminando aquel
cuadro trágico.
Ambos jóvenes se abrazaron.
—¡Al fin! dijo ella, en una exclamación en que puso su alma.
— Vida mía!—
Fué corto el éxtasis de los enamorados.
—Vamos, vamos; es necesario salvarnos, van á venir los guardianes
de Zapata—dijo Rolando reflexionando y llevando á la jóven de la
mano, siguió adelante por aquellas galerías desconocidas en medio de
la obscuridad.
Después de muchas horas de angustia, logró Rolando encontrar
una salida que dá al río v por allí escapó venciendo dificultades y pe-
ligros.
En un pueblecito se abasteció de provisiones.
—No hay duda que los amantes tienen un Dios que los proteje, de-
cía Rolando a Enriqueta en el camino.
—Ella sonrió mirándolo intensamente. Sí ¿pero verdad que no vol-
veremos á separarnos nunca?
—Nunca, nunca!
—¡Y nos amaremos siempre hasta la muerte!
—Siempre, siempre, exclamó él extrechándola entre sus brazos.
Rolando se refugió en Cuautla donde estaba de guarnición su regi-
miento, dejando el traje de revolucionario.
Poco tiempo después contrajo matrimonio con Enriqueta.
En el pueblo, á corta distancia de la gruta, en una casita de ruin
aspecto, hallábanse los dos individuos A quienes el general Zapata en-
tregara su cabalgadura.
Sentados al rededor de una mugrosa mesa, sorbían una botella de
aguardiente.
Los dos eran jóvenes y robustos, casi de una misma edad. Vestían
el traje típico del guerrillero suriano: camisa suelta, pantalón ajustado
y sombrero ancho. La canana cruzada sobre el pecho repleta de tiros.
Cerca de ellos, en un ángulo del cuarto descansaban los rifles.
—Por tu salud Pedro—decía el más joven apurando el contenido
de su botella.
—Por la de mi "General" que ahorita se está dando gusto.
—Después de todo, ya me aburre esta vida de flojo, siempre be-
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Ribot, Hector. El Atila del sur, book, 1913; México, México. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth149937/m1/31/: accessed March 28, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting University of Texas at El Paso.