El Atila del sur Page: 92
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—Siempre tenía su pistola, no le faltaba ñerrada en la bolsa y has-
ta me parece que algún billetito traía entre el pecho.
—Lo que ahorraba, amarrándose la tripa.
—Y ahora ¿qué dirá?
—Unas vigas de rechupete. ¡Pobre de mi hijo! Capaz es de saltar
y venirse á quitarnos de las garras de ustedes.
—¿Desde cuándo no ve usted á su hijo?
—Hace algunos días, pues venía seguido á vernos y traernos algu-
nos regalitos y dormir sin un ojo abierto.
—¿Usted quisiera que su hijo se diera ya?
—Hombre, la verdad es que he pensado que ya trabajó mucho por
la causa.
La esposa de Emiliano se manifestaba reservada y nadie pudo ha-
cerla hablar, conservando cierta entereza y seguridad de que se les pon-
dría en libertad en breve.
Otro de los parientes del Atila, detenido, fué más explícito.
No cesaba de calificar de injusticia haber tomado en rehenes á la
familia de Emilano.
Se refería frecuentemente á las buenas amistades que la señora
Espejo, la suegra del "General," tenía en México, los servicios que
prestaba en Villa Ayala, dando medicinas á los enfermos, asistiendo á
los pasajeros.
Con cierta vanidad agregaba, que cuando este Jefe, aquel perso-
naje habían pasado por el terruño, la señora Espejo los había colmado
de atenciones y ellos se manifestaban reconocidos.
Y sucedió lo que se había dicho, los familiares de Zapata fueron
puestos en libertad. •
Nada se les pudo probar respecto de su complicidad en las fecho-
rías del Atila y de México salió la orden para que se les dejara libres.
En Cuernavaca recibieron visitas y atenciones de mucha gente que
ni conocían.
Las mujeres de la familia eran vistas con curiosidad, hasta con en-
vidia y el viaje de regreso á su pueblo fué casi triunfal, saliendo á su
encuentro los vecindarios del trayecto y vistiéndose Villa Ayala de ga-
la para recibir á los "mártires" del zapatismo.
Emiliano y Eufemio Zapata habían estado entre tanto preparando
sus hordas para tomar la revancha, pero durante la prisión de su fa-
milia, como que interrumpieron las correrías y depredaciones.
Apenas tuvieron noticias de la libertad de sus deudos, dieron rien-
da suelta á sus instintos de bandolerismo.
A Villa Ayala fué Emiliano á raíz de los sucesos, y persona que
tiene motivos de estar bien enterada, asegura que la Espejo y su hija
quisieron persuadir á Zapata de que dejara ya la revolución, valiéndo-
se hasta de la influencia de otros parientes y de las ofertas que se les
habían hecho en Cuernavaca.
El Atila por de piouto montó ea cólera, y al fin calmado, dió es-
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Ribot, Hector. El Atila del sur, book, 1913; México, México. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth149937/m1/98/: accessed April 24, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting University of Texas at El Paso.