El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 132, Ed. 1 Saturday, August 29, 1891 Page: 3 of 4
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•i la hubieran visto sonreír, co-
mo yo la lie visto, adorarían la
mujer como yo la adoro.
Ya brilla la aurora en el O-
riente.
£1 esquilón de Chamberí to-
ca al alba.
Los pájaros saludan al día.
£1 vientecillo de la mañana,
penetrando suave por la venta-
na, halaga mi frente; este vien-
tecillo es el beso que entre las
galas de la Naturaleza, me en-
vía Julia."
24 de Mayo, seis de la tarde.
t4Esta mañana he pateado
con mi Julia en la Casa de
campo.
Mi pluma no puede descri
bir la afecciones que he reci-
bido; no puede pintar lo mu
cho que he gozado. Topo era
bello allí; los árboles,las calles,
los pájaros, los arroyos, el ain
bien te, las nubes, el cielo: to
do me encantaba el animo por
que iba con Julia.
Y Julia¡ qué hermosa esta
ba con su bata azul, con su
manto encarnado, que arras
traba desdeñosa por las yerbas,
como la tórtola arrastra sus a-
las cuando apasionada camiua
en busca de su amor perdido!
¿Para qué escribo yo este
diario?
Para grabar en 61 las pro
fundas afecciones que siento,
para que cuando hayan tras
currido los años, recuerde en
él mi corazón, lo que mi cora
zón gozó.
Sólo yo lo leeré; y si me uno
con Julia, lo leeremon Julia y
yo. Por eso no escribo lo que
mi alma siente; porque el sen
timiento nunca se borra del
alma, y no necesita signos para
recordarlo.
Si yo fuera un poeta; si yo
tuviera la seguridad de que mi
manuscrito ibaá irá la impren
ta; si yo, humilde jóven de to
dos desconocido, alimentase es
peranzas de qne habia uu pú
blico, que leyera mis pensa
mientos escritos en el papel, y
que en algo tomara mí opinion;
entónces incitaría á los jóvenes
de mi sexo á que amasen la
mujer, á que la adorasen, por
que del amor resultan los goces
más divinos que pueda experi
mentar el hombre.
Desde qUe yo amo á Julia
soy otro: paia mí el mundo es
un Paraíso; y aunque mi padre
me ha hablado mal de la mu
jer, no: Julia no está, no pue
d estar comprendida entre las
mujeres de quienes habla mi
padre.
Cuando mi padre conozca á
Julia, se expresará de otra ma-
nera acerca de la mujer; ó al
menos en sus rígidos principios
admitirá una excepción.
Julia es un ángel: Julia es
un sér celeste.
Sentados ambos en una pie-
dra, debajo de un árbol, junto
á un torrente, aspiraudo las
brisas de la mañana, la he di
cho que yo era pobre; me ha
contestado que ella era rica:
la he dicho que sus padres im-
pedían sil matrimonio; me ha
contestado que abandonaría
sus padres por conseguirme á
mí: la he jurado amor; me ha
jurado amor.
J£n esto han sonado las ocho
en el reloj de la iglesia, y Ju-
lia ha puesto por testigo de su
juramento al eco misterioso del
esquilón.
¡Ah Julia! las ocho de la
mañana haráu época en el cur-
so de mi vida."
10 de Junio.
"Todas las mañanas sigo pa-
seando con Julia en la Casa de
campo. Como siempre, nos
perdemos por las calles de ár-
boles, por los enpesos bosques,
por los lugares más frondosos;
y entre las calles de árboles, y
entre la frondosidad de los bos-
ques, cada dia se despliega
uuestro amor más ardiente, se
presenta Julia más seductora.
La doncella nos sigue á lo
lejos.
Sin embargo; entre tanto go-
ce una idea fatal me ulcera el
corazon. El primer dia que
paseé con Julia en la ("asa de
campo, llegué tarde á la cáte-
dra de matemáticas: desde a-
quel dia, ningún otro he poili-
do dar clase: esto me hace creer
que el director me despedirá,
porque no cumplo con mi obli
gacion.
Despidiéndome perderé los
cien reales que me aboua, y uo
podré atender á las perentorias
necesidades de mi pobre padre.
Este pensamiento me asesi-
na, pero uo puedo renunciar á
ver á Julia: su vista me es ne-
cesaria para vivir, como el
agua al pez, como á las aves el
aire.
Además, cómo he¿ de dejar
de ir á la Casa de campo, cuan-
do me dice con la dulzura de
una diosa:—Gilberto, conozco
que está usted muy ocupado;
conozco el perjuicio que á us-
ted causo distrayéndole de sus
tareas; dero dispense usted las
exigencias de mi amor. Si yo
estoy resuelta á abandouar á
mis padres por usted, creo te-
ner uerecho á exigir de usted
que mientras lle^a la hora de
hacer ese sacrificio, venga us-
ted todas las mañanas á verme
en la Casa de campo: ah....
padecería tanto si alguna fal-
tara usted.
I Qué puedo yo negar á. esta
divina jóven ? y á vista de Ju-
lia ¿quién se atreve á decir que
la mujer no es constante?"
15 de Junio.
uSigo paseando por la maña-
na con Julia; y durante ese pa-
seo, es el único tiempo en que
vivo.
En el momento que de ella
me aparto, se aflige mi corazon
bajo una pena desconocida.
1 Todo es triste para mí léjos
de ella.
En el momento que le doy
mi adiós, cuente las horas que
faltan para voliW á saludarla.
£1 mundo para mi no es muu-
do sin Julia. Ni aire hay en la
atmósfera, ni luz en el sol. Es
tan grande la melancolía que
de raí se ha apoderado^ que no
Nuevos unios.
Nos han llegado los siguien-
tes
Historia de Bertoldo.
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que ni puedo explicar en la
clase de la tarde; que no me
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dre. j Padre mió.. pobre pa-
dre!. . ¡cuanto te amo! pero hay
un amor que puede más que el
tuyo.
ÉÉÉk. •, iitiÁ Continuará.
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¡A LAS ARMAS!
¡ No tenemos más rey que las leyes,
No tenemos los libres sefior!
¡Que con sangre se tifia de reyes
Nuestro bello pendón tricolor!
¿Hasta cuando en vil ocio, hasta cuándo
Yaceréis, mexicanos, dormidos ?
¿Hasta cuándo sereis tan sufridos?
Que se os pueda venir á insultará
¡No de paz, no de fiesta * y danzas
Es esta ñora que pasa tremenda
Aquí mismo, en lá patria, su tienda
Ha venido el fraucés á plantar!
¡A las armas! Oid mal resuenan
De conquista los hurras salvajes
¿Hasta cuándo vengáis los ultrajes?
Para cuándo quereis el va'oH
El que lleva eu su pecho grabada
De la patria la imágen querida,
Nunca piensa que juega la vida,
Sólo piensa que gana el honor.
Sólo piensa cuando entra en la lucha
Que el oprobio al cobarde le queda;
Sólo busca lugar en que pueda
La aucha espada mortífera hundir.
Sólo sabe, ya tinto en su sangre,
Que morir por el uiño, la anciana,
Por la madre, la esposa, la hermana,
Por su Dios y su hogar ¡no es morir!
¡ Es cumplir por la patria bendita
La misión más sublime del hombre;
Es quizá bautizar con su nombre
Una página de oro triunfal;
Es vivir como vive la fama,
Es vivir como vive la gloria,
Es comprar á la excelsa Victoria
El derecho de ser inmortal!
¡A las armas! ¡El grito de guerra
Como el trueno los ámbitos llene,
Y del Jilor al Grijalva resuene,
Del Pacífico al Golfo también!
¡Y cual llama de incendio que el soplo
De impetuoso huracáu arrebata,
Como tromba que el rayo desata;
Se desplome la guerra doquier!
¡A las armas! ¡Los montea, los valles.
Las ciudades vomiten guerreros!....
¡Luz nos den en el dia los aceros,
Y en las noches alumbre el cañón!
Y que corra la sangre agostando
Flor y mies en la vasta campiña
Cuando el agua de rojo se tiña
Ya podremos lavar el baldón.
¡No haya paz! ¡El flamíjero incendio
Del combate la atmósfera abrase;
Cada pecho que el hierro traspase.
Multiplique en los otros la fé!
¡ Y no quede un pedazo de tierra
Que no moje la sangre enemiga
Si es preciso, 110 quede quien diga
De nosotros: la Patria aquí fue!
¡ Sí! ¡ Primero se tornen
Las ciudades en mudos desiertos;
Y los campos se cubran de muertos,
Y la patria perezca en luchar.
Que sumisos a un amo extranjero
Ofrecer nuestra carne á su vara,
De vergüenza taparnos la cara
Y cual pobres mujeres llorar!
Nuestro sol es el sol de los libres.
Nuestro suelo es un suelo de bravos;
Pero si hay corazones de esclavos,
Si hay traidores ¡maldígalos Dios!
El traidor no es hermano va solo.
Es Cain vagabundo y proscrito;
Dios escribe en su frente: ¡maldito!
Y sus hijos le ven con horror.
.fv
¡Oh mi Patria! ¡En un tiempo la lucha
Sin piedad á tus hijos diezmaba;
Sangre propia tu seno chorreaba,
Sangre extrafta tu espada también.
En un tiempo, con mano terrible
La melena real iBacudiste
Del ibero León, y le viste
Ya vencido rujir á tus piés!
¿Cómo es que hoy á tu frente divina
El baldón por el galo se escupe?
¿Quién de Puebla arrasó el Guadalupe?
¿Quién el sol de tu Mayo apagó! 1
¡A las armas! Doquier el inoendio
De la guerra tus campos alumbre,
Y retiemblen la costa y la cumbre
Al feroce tronar del cafton.
¡A las armas! ¡El sol de la Patria
No vea más nuestra triste vergüenza!
¡Es preciso que Méxioo venia.
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Cruz, Pablo. El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 132, Ed. 1 Saturday, August 29, 1891, newspaper, August 29, 1891; San Antonio, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth192931/m1/3/: accessed April 24, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting UT San Antonio Libraries Special Collections.