El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 4, No. 156, Ed. 1 Saturday, February 27, 1892 Page: 2 of 4
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compañero? cualquiera
que aoabas de oir un respon-
—(Allí dijo Fernando, oo-
mo despertando de un auefio,
?sabes Marcos que el hombre
que nace pobre es bien des-
graciado)
—Bah, contestó éste; má-
xima vieja y errónea en sn
aplicación. Yo también be
sido pobre y no oreas que por
eso me sentía infeliz. Mira,
afladió abriendo la ventana,
¿cómo encuentras la noche?
Muí fastidiosa, contestó
Fernando, que inclinó sobre
el pecho su frente cargada de
pesar.
Pues bien, yo sostengo
que si esta misma noche file-
na te mirase manifestando
esa turbación que las mujeres
saben comunicar al que las
ama, la luna te parecería her
moeisima. y ¿qué habrías ga-
nado?
{Oh. habria ganado una
esperanza!
/—¡Gran cos¿! buen juguete
para engañar á los niños.
Ademáa, ¿dónde están losobs
táoules que te impiden llegar
hasta ella!
—Te confesaré que la sola
idea de hallarme á su lado
me hace temblar.
^—¡Temblar, niño! ; y por
qué) eres buen mozo,- jóven;
además, filena tq oonooe ya.
¡Cómo! exclamó Fernan-
do, cuyos ojos brillaron de
alegría.
Quiero decir que te cono
ce de nombre y es gran apa-
sionada de tus versos, Ano-
che me preguntaba si conocía
al autor, y sobre mi r^spués
ta afirmativa, yo añadí la
ofertado presentarte á ella.
—nY preguntó Fernán
o, palpitante de emocion.
Y la propuesta fué acep
tada con gusto.
—¡Ahí Marcos, me haces
un inmenso servicio, exclamó
el jóven, jurando en su Inte-
rior un eterno oarifio á au
amigo. • ■ y-■
-^Quien sabe, dijo éste, tal
vez si algún dia te encuen-
tras desgraciado, me creerás
en parte el orijep de tu mal.
—¡Oh^ nunea! •
—Te responderé, oon la má-
xima, que todos los modernqg
historiadores parece^ haber-
se propuesto jeneralisar como
un refrán, tanto «a lo que
en repetirlas
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gre vivacidad que petálmm
por un momento.
¿ —Apuesto á que encuen-
tras la noche mucho mas des-
pejada, dijo Mareos, golpean
dolé el hombro, f
1 Fernando le miró con !a
risueña eapresion de los ni-
ños que olvidan en un segun-
do el pesar que loe afligía.
—jlrás á la plaaa) pregun-
tó Marcos con malicia.
—>lTü me lo preguntas?
-Nfintonces, hasta luega
Hasta luego, contestó
Fernando, tornándola calle
del fistado con dirección á la
de las Delicias.
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Fernando atravesó la Ala-
meda, internándose despueS
en la estrecha y tortuosa ca-
lle que oon sobrada justicia
oonserva el nombre de calle
Angosta, y despues de cami-
nas tres cuadras hácla el sur,
se detuvo en una vieja y pe-
queña casa, cuyo patío, estve
ohoy mal blanqueado, reci-
bía los inciertos rayos de luz
que de una ventana colocada
al frente de la puerta de la
calle parecían salir con difi-
cultad. Allí se puso en ob-
servación algunos instante",
trataudo de divisar lo que
pasaba al interior de ta piesa
iluminada, y satisfecho al pa
reoer de su breve inspección,
abrió la puerta de aquella
pieza que comunicaba cota el
patio
•^Fernando, mi hijo que
rido, dijo la túnica pétame
que habia en el aposento, al
ver entrar al jóven.
fiste se adelantó hácia la
que con tan cariñosas pala-
bras lo saludaba, y estrechán
dola entré sus brazos impri-
mió en su frente un beso tan
casto y afectuoso que
biera podido tomar
ofrenda de una santa venera
don.
í! /—Madre, dijo
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Cruz, Pablo. El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 4, No. 156, Ed. 1 Saturday, February 27, 1892, newspaper, February 27, 1892; San Antonio, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth192955/m1/2/: accessed April 19, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting UT San Antonio Libraries Special Collections.