El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 5, No. 219, Ed. 1 Saturday, June 10, 1893 Page: 3 of 4
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una espléndida aotrisy pifa*
•«flora, fué ra m-
pero bou las onoc y tengo
i mi casa, púa* mi padre es-
tará inquieto," y diciendo eeto qui-
tóse eu lujoso vestido y se puso en
•u lugar el modestísimo de diario:
"81, yo dudo abandonaré mi hogar.
DeeealM saber si era tan gran aotris
como Ton, ahora tango ees cortesa y
este me basta. Yo sé que recibís mu
choé honores en vuestros ¿triunfos,
mis los réyes y los poetsa no podrán
aplaudiros con mayor entusiasmo
que el demostrado por loe al-
deanos esta noche. Ademas yo tengo
deberes qué cumplir, mi padre y mi
hermano están enfermos y debo cui-
darlos; también seré pronto la espo-
sa del secretario del aloalde y si él
supiera lo que hloe esta noche se ne
garla á ser mi marido. Ahora, safio-
ra, solo me resta el daros las buenss
noohes y desearos toda la felicidad
que siento en estos momentos.
Diohss estas palabras, la descono-
cida aldeana se 'retiró sin que Sarab
Bernhardt intentara volverla á lla-
mar.
LAS LILAS.
No me indigna que el genio, el
hombre que lleva en la caba¿a el ce
tobro de un Dios, sea sacrificado en
▼ida.
La muerte para él es la gloria.
No me indigna que quien cultiva
la virtud, la santidad, no reooja en
la tierra deliciosas flores y si punzan
tes cardos.
Su otouro calvario se oonvierte al
morir él, en un sitar reeplaudeciente
de luces.
No me indigna tampoeo que la
mujer, que tiene por rostro ttn oi
y por alma un rielo, sufra el terrible
infierno del ainor satisfecho.
SI placer perdido, siempre será
para ella uq recuerdo celeste.
¡Ahí pero me indigna que esa? fio
recillas, qué blancas ó violadas, for-
man el aliento perfumado de 1 pri-
mavera, eean tenidas en eeta descreí-
da edad por símbolos de lo insulso,
de lo inocentón, de Jo ridiculo.
¿Por qué ese .estigma irrisorio?
Ellas, las burladas floreo!lias, reú-
nen, no obstante, todos los presti-
gios para ssr bellas* Reúnen la for-
ma que es una filigrana; el oolor de
loa horizontes crepusculares, el per-
fume, sutil escencis que bsfia el ol-
fato como una ola de fluidas dulzu-
tas.
¿Por qué sntonoes ese baldón in-
fame? * • '
* ¡Oh, l|)a£! ¡Lilas martirisadas!
Quisás no sois veneradas porque
no naoeis oon espinas. Quizás os des
defian por que so os va en medio de
las cal Isa, sn los pasaos, en loa jar-
dines públicos.
¡Quizá nadie oa estima, por que á
semejanza de slgunss beldades hu
manes, en ves de venderos, os entre
gsls sin resistenoia.
Pero yo os amo. Os ano como se
a¡pa á asas muchachas candorosas,
' tiernas, fáciles, cuyo pecho, lleno
de mial, se abra 4 la mano del apa-
#•
Vírgenes adorables que ponen su
en los labioe, y en los labioe
da besos.
numsrosos, tan dulces,
toomo las menodi
se api fian en un ramo
Hpar de todo al mándo.
Proourar saber lo que lió Ice im
Delirar por el matrimonio.
Suspirar por los bailes.
, Tener doa ó tres novios.
Fingir que lloran, para hacer ore-
er que dsbsras aman. Ú .v
Ver los defectos ajsnos y no ver
ioe propios.
Amar los bienes del hombre y no
al hombre.
Asistir al baila y hacerse del ro-
gar cuaqdo las solicitan.
Darla ele románticas y pretender
saber naunho.
Tener muchas aligas y comerse
unes á lss otras.
Vivir ciegas ^e amor . . . propio.
Aparecer buenas por conveniencia.
Deoir que no son rogona .
Meterse de rondón á slgunss os.
sss sin saludar á nadie.
Cooteetar á la carta primera oon:
"tengo un inconveniente y no pue-
do oorreeponderle por ahora, por*
que he sabido que tiene usted«rela-
oiones oon fulaniia, y le doy las gra
oiss porque sin merecerlo se ha diri.
gido á su inútil servidors, quien vd
sabe."
Escribir abrazo con H.
Casarse oon al mejor postor."
PARA LAS DAMAS.
NUESTRA DEBILIDAD.
pre-
mujer desde ñifla,
et respsto 4 *( misma, impídase que
aflojas preocupaciones ae apoderen
da su ánimo, hágase |a lus en su altiva
por msdio de la Instruoción y se ve-
rá que aun hay entila el espíritu qtie
animó á muchas mujeres faertes de
la antigüedad.
Tanto se nos ha dicho que somos
débiles que hemos concluido por
creerlo, hallando en esta debilidad
una causa para todas nuestras faltas.
Ts se vé; quién más digno de di*,
culpa que ese sér tsji frágil,tsn lige-
ro que se Huma mujer.
Sin embargo, los mismos hombres
proclaman nuestra debilidad y sus
fuerzas, nuestra fragilidad y vu fir-
meza, atribuyen inmensas propor
oiones á nuestros deslices, cayendo
en la inconsecuencia de | edirnos lo
que no tenemos según ell<>s, á saber:
energía suficiente para resistir al
msl.
Nada más absurdo que esa
tendida debilidad de la mujer.
fei debido al género do existencia
que llevamos, y á la delicadeza física
que nos es propia no podemos poner
noe en lo general en parangón coo el
sexo feo, disponemos no obstante de
una fuerza moral, de una energía de
voluntad, superior muchas vecesá la
del hombre.
En apoyo de este aserto podría yo
citar innumerables ejemplos históri-
cos; pero oreo que basta para conven-
cerse de la certidumbre de lo que a-
firmo observar al texodib# en la vida
real, en las mil luohas Intimas del
hogar, en las batallas de la asisten-
cia. %
¡Débil la mujer, y osla última que
se retira de la brecha en loe comba-
tes sociales! La última que vela en el
hogar abandonado por el esposo, é
invadido por la miseris, Is quepade*
oa sin quejarse, los dolores qua trae
consigo la inopia.....
El hombre, el fuerte, una vea do-
minado por oirounstanoiaa penosas,ae
entrega al desaliento, á la deeespera-
oión, y busoa frecuentemente an al
suicidio, un remedio postrero A sus
La mujer digna, por al contrario,
apura «I cálishastaelfiny ssoudada
oon al amor oonyugal ó maternal,
haoe prodigios ds abnegación y he-
roicidad.
ss) puss, naeatia debilidad:
fbartea, y si no loara por la*
que una edaeaeión
viciosa noa Infunda, en todas las etr.
¿Que es la Providencia?
(cuento.)
- á' Fernangrana.
Ja palmeta en una msno,
y en su estómsgo vaoio
haoe tres días la otra,
y el entrecejo fruncido;
malhumorada y en tono
agrio y du-o, ari, al discípulo
que tiembla como azogado,
le pregunta el dominico:
—Diine, /qué ca la Providencia/
1£1 di«ci pilo aturdido
al escuchar tai pregunta
hecha, asi, tan de improviso,
se encoge de hombros y eslía,
—/Qué es ls Providencia/ he dicho!
vuelve á preguntarle el dómine
mirándole de hito en hito;
y el párvulo más se aturde,
y más tiembla el pobreoito,
menoe contesta-. .. ;claro!
como que nunca ha sabido
que es la providencia ni otras
cosas más por el estilo.
Harto ya de su silencio,
que el dómine oree capricho,
le dio* oon vos de trueno:
—vO me dices ahora mismo
qué es la Providencia /entiendes)*
ó cuenta que te castigo
á no ootncr ui beber,
a
en cuatro días seguidos.
Y al decir estas pslabras,
que le acuerdan su martirio
se le entreabre la boca
yfae le escapa uu suspiro
capaz de ahlaudar las piedras
aunque nunca un panecillo/
,— i cuenta que estoy dispuesto
á cumplir lo que te digo^
como dos y dos son cuatro,
v como dos y tres son cinco.
Y le discípulo que sabe
lo muy eficaz y estricto
que es para cunplir aquello
que ofrece .... como castigo,
saca fuerzas de flaquezas,
hace un etfuezo inaudito
y despúes de vacilar
medio minuto, aturdido,
asi le dioe al maestro 1
dejándole sorprendido:
La psoyioenoia es el nombre
de todoi los estanquillos!!!
IIamon ttlsoia y García*
México.
Sucoi y Merlatti se encuentran en
la calle.
—'¿Cómo estás/—pregunto si pri-
insro.
—NBien, ¡y tú/
^—Perfectamente. *
—Vente hoy por casa. Te convido
á ayunar.
—Corriente; pero yo pago.
->-;<¿ué bitola! Eae hombre viene
del entierro de su mujer.
—xNo seas tonta. Entonoes vendría
slegre como unas pasouas.
En una reunión d^autores.
—Mi hermano mayor escribe la
letra; el segundo la músioa, y yo can-
to lo que ellos e*oriben.~
r-¡Y quién se encarga de silvar
todo eso/
... , . . , . v
Bu un hoHpital na
—Ah! Dios mío.' Dios mío/
—*Qué dessals de Dtosami
—Decídmelo, sabéis que soy una
sus hijas—Je. dada una Hermana ds
laCtoidad.
-*-Ah/ Yo quisars ser su yerno.
Un caballero
Vamos á ver, cual es el futuro del
verbo amar, Maris?
—.Casarse, pspá
Conozco una vieja historia
qua es na eoo da aflicción*, ,
era un caballero amante
á quien su amada engifió.
Por traidora despreciaba
á la qoe fuera su Dio*,,
y por afrenta tenia
la tortura de au amor.
A Jos demás psladinea
á la arena oonvocó;
"Salga a) frente el que iddichrsr
una mancha en mi paaion. • ees
Todos callaron en torno,
menos su propio dolor.
Y, á si volviendo su lanza,
se la hundió en el eorason.
E. Heine.
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Varias personss cenaban
Con afán deeordenado,
Y á una tajada miraban,
Que habiendo sola quedado,
Ppr cortedad respetaban.
Uno la lus spagó
Para atraparla con modos:
Su mano al plato llovó,
Y halló .... las manos de todos,
Pero la tajada, nó.
J. M. V.
rnmmmmmm
—Tengo hipa, dame urf susto.
—Ahí está el sastre.
—.Gracias, ys ss me pasó.
—iQue constipado estoy! ¿Que
haoes tú cuando lo estás/
—Toser.
dnalo—decía un jóvep en
una tertalis—Nna á vaco
En darla ooaaión recibí una
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Cruz, Pablo. El Regidor. (San Antonio, Tex.), Vol. 5, No. 219, Ed. 1 Saturday, June 10, 1893, newspaper, June 10, 1893; San Antonio, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth193013/m1/3/: accessed April 24, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting UT San Antonio Libraries Special Collections.