La Prensa. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 118, Ed. 1 Friday, February 26, 1915 Page: 7 of 8
eight pages : ill. ; page 20 x 14 in. Digitized from 35 mm. microfilm.View a full description of this newspaper.
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f ACTUALIDAD
c¿a&S Hiss
-nvl E ■
LITERATURA
\1£<
O
J
P3R LOS CAMPOS PE BATALLA
DF SEZANNE A VITRY-LE-FRANCOIS.
(CONCLUYE)
Puestas las cosas en su pun
to y termin. d • la comida eran
ya mis de las tres de la tarde.
-
adonde deb ^ nos llegar ante
de la noche faltaban todavía
.
suerte uue. después de arre
jrlar cjen as con el hostelero
'
tasar que di pudiera el cochc
■
zanne por la rue de Nótre Da
E! cielo se había nublado
lentíi y silenciosamente. El as
pecto de la c tmpiña era triste
nui.. de la Champagne Poui
Ik í: • .-e extendía a los lado.
dei camino lisa v monótona.
■
amarillentos con espaciosas la
gunas .jue palidecían ba.io la
turbia luminosidad del cielo
y alg :nos grupos de árboles
do con una fa.ia cobriza y bru
-
jados agudos de las casas de
campo.
Mientras subíamos la cues
ta que conduce a la Fére
Chamrenoise. M. de Villecerf
—"i dígame usted. M. Popi
not. ¿Es que no hay nada no
'
do.
—Sí. lo hay. en efecto.—res
pondió 1!. Pupinot.—Oigan
ustedes una parte d.el comuni
cado oficial del (i'a > de sep
tiembre: "El enemigo conti
ion al Marne; entre Meaux
Sézanne. las tropas franco
inglesas han hecho prisionero
a todo un batallón de infan
tería alemana y han tomado
varias ametralladoras. Entre
ía Fére Champenoise y Yitry
ie-Franeois. se han librado
violentísimos combates." Pue
le decirse por lo tanto que!
desde nuestra salida de París
vamos siguiendo exactamente
la línea general de la batalla
del Marne. que comenzaba en
Meaux y acababa en Vitry.
En la región comprendida en
tre el norte Sézanne y Vitry
le-Francois—dice el comunica
do-resumen del 11 de sep-;
Jtiembre—se libraron los com
ates más encarnizados de la
gran batalla." E- precisamen
te 'a región que estamos atra
¡ vesando.
—Cuando hayamos termina
do los negocios que me llevan
i \ itry—dijo entonces M. de
Vvleterf—será preciso que
vengamos a recorrer detalla
damente estos parajes.
A las cuatro y media pasa
mos por Sommesous y cruza
ña»^ hi carretera de Troves a
Chalóns-sur-Marne. Yo sentía
¡na impaciencia febril por re
correr esas tierras que sopor
tar -n los más espantosos en
cuentros de la gran batalla.
P ro era preciso conformar e
e memento con la buena pro
mesa de M. de Yillecerí. La
obscuridad crepuscular. au
mentada por las masas de nie
jaban ver más que la línea
lívida del horizonte y las tie
• vas bajas fangosas desnu
Mas. que se iban cubriendo len
tamente de sombras.
Nos paramos un momento al
borde del camino para dar lu
gar a que el chauffeur encen
diera los dos grandes faros que
¡llevaba el coche. M. de Yille
eerf estaba ya impaciente por
llegar a Vitry y ver cómo h
bían dejado los alemanes su
noble caserón que él no había
visitado desde el mes de agos
to. Mandó pues a Baltasar
que forzara la marcha. A cosa
de las <eis comenzaron a apa
recer a lo lejos temblorosas
y disperass. pálidas luce
cillas que parecían brotar
del fondo de la noche anun
ciándonos las cercanías de una
población. Y después de atra
vesar sobre un paso a nivel la
vía férrea de París a Nancy
y luego los brazos del Mame
que volvimos a ver deslizán
dose callado y viscoso en la
negrura de la noche entramos
p«»r fin en Vitry-le-Francois.
la plaza favorita de aquel rey
Ule Francia que era capaz de
perderlo todo menos el honor.
Llegamos a las puertas del
caserón de M. de Yillecerf. Un
tendero vecino cojeando sobre
una pierna de palo acudió
presuroso para saludar al vie
jo señor y entregarle las 11a
: ves que M. Popinot le había
encomendado. Baltasar abrió
las puertas pesadas y enormes
y se avanzó en las tinieblas
para encender luz. Cuando el
amplio zaguán apareció ilu
minado. M. de Yillecerf dió un
grito de asombro y entró en
la casa seguido de todos nos
otros.
El patio de entrada estaba
ompletamente lleno de enor
mes cajas de embalaje unas
llenas del todo clavadas ya y
a punto de ser expedidas otra?
a medio llenar y en todas
partes por los suelos sobre
¡as cajas cei radas apoyado?
contra los muros aparecían
mil objetos distintos por su
valor y por su apariencia:
grandes cuadros al óleo espe
jos. cortinajes una estufa e
norme vajillas alfombras es
tores candelabros marcos y
una batería de cocina entera
con sus sartenes pucheros
parrillas cazuelas v molini
llos.
Yo digo y es poco todavía
que me quedé oasmado. absor
to. atónito y estupefacto al
ver la manera perfecta cómo
todas la?- cajas estaban cons
truidas. rellenados los huecos
con paja y virutas clavada?
sólidamente con clavos segu
ros. y adornadas con letras
pintadas con molde que de
cían la extraña palabra ale
mana: Schluss. es decir listo
terminado; todo con tan ma
ravillosa perfección y destre
za. como si acabara de pasar
nor allí no un ejército conquis
tador sino la más famosa v
benemérita de las agencias de
transporte.
Esta es. sin duda la más in
sólita de las cosas que he vis
to hasta hoy andando por las
tierras que sufrieron la ocu
pación germánica. M. de Yi
llecerf. sonriendo alegremente
al ver cuan cerca había estado
de perder todo aquel aresnal
de objetos útiles o valiosísimos
exclamaba juntando las manos 1
con un gesto dea sombro:
—;Yálgame Dios! Y qué;
prisa llevaban esos buenos se
ñores! Pues no digo nada: si
los nuestros se descuidan tan
sólo doce horas en llegar a¡
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CARNAVAL
Reíd! Gozad la férvida locura
de ese bullicio que al placer nos guía
sin pensar que nos sigue la sombría
constante realidad de una amargura!
Reid! Gozad la plácida ventura
con que el destino no3 regala un día:
porque el bien que produce la alegría
lo breve de un minuto sólo dura!
Carnaval! De tus gratas emociones
llenarás I03 humanos corazones
al sonreír ia juventud ardiente!
Pero luego!... Después que haya pa?ado
como único recuerdo habrás dejado
una cruz de ceniza en cada frente!
pablo HERNANDEZ.
?
COLOR DE SUEÑO
Anoche vino a mi de terciopelo:
Sangraba fuego de su herida abierta
Era su palidez de pebre muerta
Y sus náufragos ojos sin consuelo...
Sobre su mustia frente descubierta
Languidecía un fúnebre asfódelo
Y un perro aullaba en la amplitud del hielo
Al doble cuerno de una luna incierta.
Yacía el índice en su labio fijo
Como por gracia de hechicero encanto
Y luego que movido por su llanto
Quien era. a! fin la interrrogué-me dijo:
— Ya ni siquiera me conoces hijo
¡Si soy tu alma que ha sufrido tanto.
julio HERRARA Y REISSING.
(Uruguayo)
WW— — .
! Vitry. hoy no veríamos más
que los muros de esta noble
casa y gracias ailn a que no
son desmontable*. No me arre
piento en io más mínimo. M.
¡ Popinot de haberle dado a
: usted la orden de no tocar na
! da hasta mi llegada a Vitry.
j El talento alemán muestra
aquí una de sus fases más in
teresantes y difíciles de obser
var. Es éste un espectáculo dig
no ile eterna memoria. Balta
zar—dijo de pronto a su cria
do irlandés que nos iba si
guiendo. llevando del collar a
Faulette.— Mañana irás a bus
car a un fotógrafo para que
»que una docena de clisés de
stos extraordinarios progre
ss de la guerra moderna.
Subimos al piso superior. Lo
primero que se ofreció a núes
tros ojos al penetrar en el
vestíbulo fué una casulla ri
quísima decorada con valio
sos esmaltes que estaba col
eando de un cuerno de ciervo
puesto en lo alto del muro a
manera tie percha.
—¡Ah!—rugió entonces M.
de Villecerf—; Queríais lleva
ros también esa prenda inimi
table de Mauricio de Villecert.
confesor de príncipes v de re
yes!
Luego fuimos visitando to
das las habitaciones del mag
nifico edificio donde se ha
bía alojado una parte eleva
da del Estado Mayor alemán.
Casi todos los muros estaban
desnudos y al ver los viejos
muros vacíos las ventanas
desabrigadas y los techos sin
lámparas se adivinaba que
Lodo lo que en el piso se echa
ba de menos era lo que había
de más en el zaguán de la
casa.
El buen tendero marchando
sordamente sobre su pierna
de palo con su ancho sombre
ro colgando de ¡a mano nos
iba refiriendo escenas y ras
gos pintorescos de la ocupa
ción alemana.
—M. Popinot—decía son
riendo al viejo administrador
tuvo miedo y se marchó de \ i
try antes de que llegaran los
primeros alemanes. Pero yo
no me he movido de aquí y ¡
pude verlo todo completamen
te todo. Como yo tenía las Ua- ]
wwwwvívv7¥W¥vm mwwv
i ves de la casa me vinieron a
! buscar v me amenazaron con
¡fusilarme si no las entregaba
jal instante. . .Vean ustedes;
I eri este cuarto estuvo uno de
j los personajes más notables
del Estado Mayor alemán. Era
alto delgado y no tendría más
de unos treinta y dos años. Ha
bía muchos viejos generales
que le acompañaban y le mi
raban con respeto. El. apenas
salía del cuarto en todo el día.
Sabido es que en Vitry estu
vo el heredero del trono de
Alemania. Yo no sé si era éste
que estaba aquí porque en
varias casas de la población
había gente que parecía prin
cipal: pero sino lo era. podía
serlo créanme ustedes.
Después de recorrer toda la
casa el tendero se fué Bal
tasar bajó a cerrar el porta
lón de al calle y luego nos sir
vió una cena frugal. Y como
todos estábamos más o menos
rendidos después de la memo
rable jornada de hoy. en que
hemos recorrido más de 300
kilómetros cuando Baltasar
hubo arreglado las camas nos
encerramos cada cual en su
cuarto dejando para mañana
la resolución de nuestro por
venir.
Yo me encontré después
de dar la? buenas noches a mis
caros amigos sólo y perdido
en la cámara inmensa que el
tendero nos había indicado
como habitación tie la miste
riosa personalidad alemana.
Un candelabro de bronce ilu
minaba la estancia con un só
lo cirio puesto en el más alto
de sus brazos esbeltos. Un am
plio y elevado ventanal se
abría sobre una plaza grande
venteada y desierta. En lugar
del cielo palpitante de la no
che. no aparecía más que una
tenebrosa obscuridad insonda
ble. Y se oía el teclear de las
gotas de lluvia contra los cris
tales opacos.
He comenzado a desnudar
me lentamente. Cuatro cornu
copias de cristal veneciano
brillaban con helado fulgor so
bre la seda pálida que cubría
los muros. Y después de apa
gar la llama delgada que ilu
minaba la estancia honda- ¡
mente tranquilo s;n pesares nil
EL PRINCIPE COLIBRI.
Es un hombrecito de cin-¡
cuenta y seis centímetros de
estatura rubio y sonrosado
que exhiben en las ferias en1
una silla de oro y terciopelo. |
tan leve #ue el charlatán que
muestra el maravilloso lilipu
tiense lo soporta en la mano.
Nada hay en el príncipe Co
librí que recuerde la zurda
estructura del enano: es un
pigmeo pero no enano. Per-¡
fectamente proporcionado a-;
quel ser venido de un país
etiópico—dicen que nació en
Rusia pero yo no lo creo; lo
descubrieron en alguna miste
riosa isla de misterioso océano- ¡
no despierta repulsión alguna:
al contrario una curiosidad
extraña y novelesca nos lleva
hacia él como hacia un enig
ma.
Yo me lo imagino en el lu
minoso palacio Ponzín—ese al
cázar diminuto de cristal que
hizo mis delicias en la expo
sición—en un trono de oro le
vantado en la rérica sala de
ese palacio de hadas cuyos
muros dobles de vidrios mul
dudas sin temores ni anhelos
con la niebla de? sueño que me
envolvía sumisa me he deja
do caer sobre el vasto lecho
señorial donde quizá el Kron
prinz pasó más de una noche
en vela hostigado por el ansia
roedora de llegar a París y
mostrarse triunfalmente en los
Campos Elíseos al son de las
charangas guerreras y entre ¡
el claro ondear de los están-1
dartes despelgados al viento
de la gloria.
GAZIEL. 1
ticolores estaban interiormen
te iluminados; cuya escalina
ta parecía hecha de la luz
misma del Sol y se reflejaba
en lo largo que copiando to
da* las luces del campo de
Marte parecía un hervidero
de piedras preciosas.
Háceme pensar también en
las conchas de nácar tiradas
por mariposas que servían de
carroza a las hadas y en to
das esas leyendas alemanas
cuyo escenario es la floresta
cabelluda y musical v tn los
cuentos de Perrault...
¡Ah! vosotros que con una
curiosidad ingenua y vana lo
contempláis no sabéis de dón
de viene ese príncipe: es el
último abencerraje de los
cuentos maravillosos; una ha
da dió a luz en la cuna azul y
ondulante del cáliz de un lo
to; los silfos la mecían sobre
el lago dormido; la luna otra
hada vestíala de nacar.
En sus pequeñitos ojos azu
les tiemblan aún medrosas las
visiones de la isla encantada
donde moró rey de un país
de gnomos; su rostro que
podría esconderse entre los
pétalos de una rosa está tris
te y medroso se muestra ante
ese enjambre de monstruos
para él; triste porque el prín
cipe piensa en su reino
donde los pobladores conver
san aún con las hadas donde
las libélulas tiran de la carro
za de mácar y en el lago un
nenúfar es un barco de ensue
ño y en el aire "los hilos de
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Lozano, Ignacio E. La Prensa. (San Antonio, Tex.), Vol. 3, No. 118, Ed. 1 Friday, February 26, 1915, newspaper, February 26, 1915; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1067158/m1/7/: accessed July 16, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; .