La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 7, No. 1964, Ed. 1 Monday, August 23, 1920 Page: 4 of 8
eight pages : ill. ; page 20 x 15 in. Digitized from 35 mm. microfilm.View a full description of this newspaper.
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CHAPULTEPEC !
Yo recuerdo que. hace tiempo este
! bosque era un paraje apresto inculto
bello; pero envejecido por el abandono.
Se asemejaba a un grandioso templo
ya e:i ruinas. Los follajes marchitos.
las frondas anéifflcas. los tron
eos roídos las malezas polvorientas
dan. en efecto la impresión de lo ruinoso.
Nos entristecen con un ramaje
que s® retuerce como un torso
humano en una angustiosa desesperación;
con una planta a la que «ólo
quedan lai* varillas espinosas de las
que cuelgan corolas cenicientos y
podridas; con "n nido QUe se balancea;
deshecho entre la fronda lánguida:
con una estatua mutilada por
cayo plinto sube el musgo- Entonces
pensamos en las cosas tristes y el
apagado ruido de nuestros pasos en
la verba despierta antiguas memorias
amargos rencores peñas y desengaños
de «ver. nostalgias vagas
melancolías fugitivas.
Los uiiuehuetes del bosque iban
Perdiendo su verdinegra y cana cabellera.
Chapultepec. como Cyrano. quería
morir con $u penacho: pero los
d'as pas.ui. el agua corre y los campos
se marchitan. Chapultepec era
una naturaleza salvaje que había
perdido la fuerza de conservarse hermosa.
Era un sitio de contemplación
de meditación de unción. Cuando alguieh
se internaba) por bajo su.-- cribadas
bóvedas de heno iba pensando
en ¡as lejanías históricas: e:i coruscantes
y suntuosas fantasmagorías
pre>-urtesianas. en regias fiestas ind'ger.;.n.
en ceremonias teológicas
cruentáis en idilios de amor arcaico
lleno de ingenuidad y temara: y :<!5á.
et: el fondo obscuro y húmedo ¿e ¡a
arcada nos imaginábamos ver cruzar
al guerrero de casco hecho con
la cabeza de un tigre o al noble din
demado con plumas de "quetzal.''
' ida árbol «»ra una evocación: a su
-onihra se hab<an arrullado ternuras
y tendido cansancios de antaño. Xos
encantaban a los melancólicos esta sel
va venerable qu* se rendía y secab
i gota da como una cortesana ardorosa.
•tirque l¡ab¡a besado largos siglo..
->ii amante Sol.
Sin embargo un sentimiento de piedad
se mezclaba a nuestro encanto.
El bosq:;~ s> moría: presentíamos su
muerte no lejana- V el viento qu^
arrancaba ramas y quejas de las con;.».
parecía empeñarse en destruir
en debilitar en r-erir a esa campiña
.-agrada por donde erraban. como vi
trágico padre por la terraza de Elsenor.
las sombras de nuestros mayores.
Pe repente. casi violentamente aqueila
v -jez sonrió con una sonrisa
<!.- alegría amable: y aquí y allá >.*:npezaron
ramazones y fronda* a des
t.*rse en hojas y en pétalos. V pudimos
decir como el poeta: ' Huele el
campo a flores nuevas."
Los \ tsitantr.s asiduos los matinafs.
los que íbamos a Chapultepec t
cobrar un (toco d» fuerza y a beber
otro poco de tire que nos permitieran
gastar vida en el seden tari.smo u<
una oficina o «n la mesa de 'una re
dacexón. sin morirnos tan pronto; :o>
que para lachar por el pan cotidiano
t.m dif¡cil de llevar a casa sin lágrimas
• sin fatiga. necesitábamos
secular bosque como de un aini*g©
que consueta y alienta notábamos
•naían t oor mañana que una tran«:
formación Rigorosa jije era asi como
!¡p sf .despertar derramaba l-eHe*
1 5cw por todas partes. Kn los arriates
i-.-i uidados brotaban ahora frescas
•verduras: los parajes escondidos bajo
la hirsuta maleza. estaban ahera lim
ios y dispuestos a recibir en la ne!
gr.i arena removida la semilla; los
camellones .como un canastillo «-oli
¡nado rebosaban en rosas: las trepajoras
ascendían por muros y follajes
i balanceando su sazules copas de cham
oagne o sus rojos pompones. una
! multiforme y polii-rotn i florescencia
' v» levantaba ^n torno de los gigant-.-i-os
ühuehuetes que. nt !»s. inclir.-.!
han ®n vano vj cabeza blanca para
1 buscar en sueio. entre el pasto re.
seco y mustio. l¿ fresca risa de una
amapola recién abierta. Era una mano
cuidadosa paternal delicada la
<iue echaba sobre este buen anciano
iin aterido y triste un manto de fluDeveras
que fué aquello una resui
rre;ci"n. El ruido dle trabajo rum|
ei antiguo y señoril silencio. Por
i e; martillo de los picapedrera*
¡ ! •• labraban ja cantería de una fue;
te monumental; por allá los zapapi
eos de los peones qtip abriun surcos;
las palas de los jardineros que movían
la tiern*.: el agua de las tnanguersts
que salía en chorros estrepitosos
y sonoros; todo en el bosque era
un himno de regocijo: un canto de
felicidad y de juventud.
Y así surgió el jardín y asi se enganchó
el parque y asi fué como a
semejanza de lo que narran los cuantos
infantiles. 1a selva en ruinas s.convirtió
en mansión primaveral y en
alcázar feérico y deslumbrante. I.is
urnas fragantes de los lirios pudieron
ya ofrecershenchidas de rocío a la
Sed de esos inquietos y alados músicos
que hacen un salón de conciertos
de cada ahuehuete. y que en otro tiem
p«j ten'anffau.» volar muy ¡ejos a refrescarse
la garganta para poder seguir
cantando sus orfeones crepusculares.
Hoy Chapueltepec tiene senderos
umbrosos alfombras y tapices de llores.
lechos de grama y pasto para que
retocen ios niños bancas rústicas pañi
que cuchicheen • los enamorados*
un estanque para que surquen las da
ras aguas los cisnes airosos tomo
blancas y pequeñas barcas griegas;
un lago p;¿.ra que muchachas y muchachos
se ejerciten er. juguetones
deportes que llenan de risas francas
y gritos ile susto las minúsculas embarcaciones.
>
t.uís rm;i> '
EL CRISANTEMO VERDE
En un exótico suelto envuelto en
un pliegue de oro de una noch»* ni
pona sonámbulo de amor escalé los
jardines imperial.- de Tokio. • irruidos
de altos muros fulgentes de azulejes
armonioso».
• ..\'í de lejos sobre u.ia escalinata
marmórea. la silueta del centinela.
inmó\i!. cor. el inna a! brazo como
uní serena figura decorativa -"a.niné
eu silencio bncia »'l. . . . t'aseá'tase
ahora y su sorr.bra erraba ne uno
a otro lado en fugas lentas. (Me pareció
ejK>nne y fantástica. Al irgúbast-
y escogíase de ur.a manera dolcro
Sa- Yo le tuvo lástima a aquella s.m¡
"¡•ra de una vida que lu»-_<> desapare
eería en la gnn nombra et< rna. Pos
vece- en un claro de luna qu • semejaba
una túnica de plata la mancha
negra s'- »'«»tu\*«. «orno advinara
que le seguí.i la ^luerte. i Pe improviso
llegué a su lado \ le miré un
segundo. Solamente un segundo. Y
antes de que me 1* 'vibara de a tiro.
Ile clavé un puñal en e] corazón. Xi
•jn ¡remido t'ayó de espald-i^ en un
ángulo de 5a gr;.»ieri.i. Y quedase mii
rando con su so jos sin luz. con una
• xtrañi mirada quiméri'-a el vasto
ahi.-rpi de! cielo con; telado de jazmines
angélicos. ^ su -om'-ra se
borró de la tierra.
I'as- entonces fugazmente por la
extensa galena de los invernaderos
ile] Mikad». t'rucé un arrnlio losque
le laureles y llegué al misterioso tarar
del iardin eu d«>nde abren sus
cálices a la triste luz luvar. los clisar
tornos fabulosos. —
Sin respire?* apenas siu apena* to
car e¡ suelo con l*i planta dejé a mis
pupilas embriagarse con los matices
brillantes y múltiples dg las flores
sagradas l'tias erar. bermejas como
bocas sensua'le- otnts amarillas
olanci'.s. azules vioh t» -• i.as V al
fulgor .i las estrellas. m> jor que en
pleno d'a. Sobre sus tallos irradiaban
como luminosas mariposas fant&sticó!s.
Pero mi corazón que saltaba como
un pájaro. . empezaba a sentir
ír.a insólita angustia no viendo entre
ellas a la única flor s 'br.-'n;mana. a!
divino crisantemo verde. P'> tnir¿ ;¡1
fin 4-n el centro de un pequen»» c'rouj
i». i:-iiudos aibustos: >. al acercarme
a él tem¡ que la emoción me
fulminara. Yacía en ur m ignjfi«-o jarrón
de pórfido y si:s li"i; eran como
puñales- Ostentaba una > >:.t flor de
1 m profundo matiz metálico. A su
alrededor revolaban algunas luciérnagas.
haciéndola refulgir quiméricamente.
»Coa
mano profan? corté aquella
exótica rosa d»« fábula y salí con paso
ligero de los jardines seguido por las
pupilas cristalizadas del centinela. >
por su sombra difunta....
En el camino desierto m> detuve a
< orilla de un lago de aguas silcniosas
y borré una guta de sangre.
>>•. cual un rubí trémulo brillaba
sobre un pétalo del divino cri'ante—TT—
- ■■■■I.J-.— II 1MU.I- —«I
UNA VÍUdA
Estamos en la época de la caza en
el castillo de Banneville.
El otoño era. lluvioso y triste y el
bosque estaba1 húmedo como una sala
de baños hasta el punto de que los
cazadores regresaban por la tarde a!
castillo empapados de agua y rendidos
de f;.vJga.
Después de comer se jugaba a la
loter'a en la sala principa] y a veccs
se referían curiosas historias.
Los cazadoras narratian sus aventuras
cinegéticas sin que la^ mujeres
descubriesen en sus relatos rasgo
alguno de imaginación que lograra
distraerlas ni divertirlas.
Cierta noche ibuln los contertulios
a renunciar a este pasatiempo cuando
una joven al dar la mano a una
anciana que se h<-.b¡a quedado soltera
reparó en una sortija de pelo rubio
que ésta llevaba en uno de sus
dedos.
—Diniv t'a.—!•- preguntó—¿qué anillo
es ese que llevas? El pelo parece
do un niño.
La solterona so puso enc;->rnuti¿i y
!ueso pálida.
—Evoca—exclamó—un recuerdo tris
tisimo del que no quiero hablar. Toda
la desventura de mi vida procede de!
hecho a que se refiero esta sortija.
Los concurrentes quisieron conocer
'a historia: pero la tía se negaba a
•ornarlo. Tanto rojr.iron. sin embarco.
' ue al fin se decidió.
.Me han i-ido ustedes hablar muolí.
- veces—di lo—de ]a familia de
Sanie/- extinguida va.
He C'inO' ido a los tros últimos varones
de esta casa ley cuales han
muerto fiel mismo modo. Este pelo os
del menor d<* ellos un muehacho de
Uve años que se mató iior mi. El
caso les parecerá a u.-tec'es singular
i no es cierto*
Kra aquella una raza especial una
r:tz;l de loóos. s¡ se quiere; pero de
locos encantadores de locos de amor.
Kntre !.'• parentela se rifa decirse:
"Knamorado como un Santenze." por
que todos ellos estaban poseídos d"
violentas pasiones y. por una mu'er
oran capaces hasta óe cometer un crimoni
K1 abuelo do éste cuyo recuerdo
llevo en la mnno. se enamoró a los
sesenta > cinco años de la hija de
sus colonos que se fwró con un tal
Cradell»-. invitado a i«nu partida de
caza.
Al di;- «•iguieme fué encontrado
S.tJtoz- 'horcado en un patio de su
casaSu
hijo muri'» de! mismo modo en
Parts después d» haber Mdo engaña*do
por una bailarina.
El inft !x dejó un niño de doce
años. >" una vlud» .la hermana de mi
madre los nales vinieron a residir
con mi padre en el castPlo de Rertillón.
Tenia yo entonces diecisiete
años.
Mi primo orn un niño soñador y en
extremo preojz. Paseábase solo ilurant»»
horas enteras por el sendero
qu. va desdo ol cvsii'lc. hasta <*1 bosque
y jo contemplaba desde mi ven
tan.'i ¡i aquella criatura sentimental
que andaba coi. paso sosegado y 1*«
frente inclinada «-emo un hombre
quien le preocupara algo extraordinario.
A veccs. después do comer a' cerrar
Ja" noche me decía. Vamos a soñar
prima. V nos dirigíamos iun<os al
parque.
rtK>. Igniraba «i acuella sangre cayó
1? m¡ puñal o si había brotado de la
recóndita herida -lp ?ni corazón..
Solamente pensé. borrándola.
<1U'- pudiera asustar a la adorada r ¡ • |
0 manchar su leve corpino hlartrvi
colocarlo con mano temblorosa .
amor sobre su pei-hj>Froilan
Turcios
>ot
EL CANTO DEl RUISEÑOR
4
1-1 Ruiseñor cantaba Al comienzo
fué una explosión de aleona melodiosa.
un chorro de arpegios fáciles
que se despeñaba corno un sonido de
perlas rebotantes como el cristal de
un armónico.
Primera pausa: en seguida elevóse
un trino de agilidad maravillosa extraordinariamente
sostenido del que
se desenlazaban como una energuí:.
de ensueño un arebato «1c valor un
desafío «nviado a un rival desconocido.
Segunda pausa. Después de un
tema de tres notas do tina expresión
interrogadora desarrolló la cadena de
sus variaciones ligeras. modulad.-»
como una delirada flauta de caña o
un caramillo de pastor.
Tercera pausa. El canto se tornó
••n alegría: so hizo lánguido como un
[suspiro desmayado como una queja
trt lujo *'-i tristeza i¡e un amante solitario.
la desolación del deseo do Ir
J esperanza irrealizada: llamó un lia
mumiento final óeso'do. punzante oo
1 mo tin grito de angustia y se extin
guió.
1 Otra pausa más prolongada- Knton- ¡
ces fueron acentos nuevos que no I
parecían brotar <ie la misma garganui:
y eran una vez humillantes tímidos.
implo»-adore-\ y eran otras semeI
jantes a: murmullos de pájaros recién
nacidos adiós de pequeños gorriones.
Luego con esa flexibilidad admirable.
estos acentos se transformaron en
un turbión de notas cada vez más
compactas que deslumhraban en chis
porroteos de trinos: vibraban con tré
¡nulos ofuscantes ductilizaban en penodos
audaces descendían se elevaban.
enlazábanse en alturas nrodi- j
giosas.
El cantor se embriagaba en su en lito.
con pausas tan breves que dejaban
a las notas apenas el tiempo
de extinguirse esparcía él su etnbrialguez
en una melodía sin cesar
variada apasionada y lánguida rota
v vibrante ligera y grave entrecortada
de pronto por débiles gemidos y I
I súplicas quejumbrosas de pronto por
bruscos arrebatos líricos por supremas
abjuraciones.
R! jardín mismo parecía escuchar;
el cielo parecía inclinarse sobre el
poeta invisible que derramaba aquellos
torren tes de poesía y lai- flores
ten'an una respiración profunda y silenciosa.
_ Gabriel D'ANNUNZIO
A ¡o mejor se detenía bruscamente
y cogiéndome la mane exclamaba'
"¡Mira mira oue luna tan hermosa!
Pero tú no me comprendes porque es
necesario amar para sentir."
Por toda contestación me sonreía
procurando desviar las poéticas con
versaciones flue entablaba.
Al fin me hizo la corte con mucha
timidez y todas las mañanas me re
galaba un rumo"de flores cogidas por
sus propias manos.
A cada instante inc decía: "le amo'
y yo seguía riéndome de sus expansiones
de cariño.
Confieso que fui culpable porque me
rliertía con su ternura pueril y m«mostraba
coqueta seductora como si
se hubiese tratado un hombre cariñosa
y pérfida.
Figúrense ustedes «jue mi primo no
tenía entonces más que doce años:
.Quién iba a ha;cr «aso de su pasión?
Su madre cv'.aba enteraaa de
todo* pero ella y yo nos habíamos
olvidado de 'iue su hij'i era un Santo?.e.
Durante un año s'e creyó correspondido
vii secreto lu'sta que una noche
en el pnfque se arrodilló ante m'. y
besándome la falda exclamó: Te
amo. te amo y no puedo vivir sin n.
Si me engañas si ri. abandonas por
otro haré lo que mi padre¡ ¡Genoveva
por piedad!..-.
Confieso que me turbó y que no
mid« ocuiy una emoción profunda.
—;Volvamos a cnsa¡—le dijo con
vos temblorosa.
Comprendiendo al año que hal- a
ido vo muy lejos. me mostré esquiva
v al insistir mi primo en sus pretcnsiones.
le contesté: "Eres demasiadó
grande par esas bromas > de
masia.lo "'ño para un amor serio y
formal."
Creí verme de e¿te modo libre de
sus arrebatos.
Ai llegar el otoño le hicieron entrar
en un colegio y cuando regresó
el verano siguiente estaba yo comprometida
h casarme con otro.
Mi primo se htzo carga de lo que
«curda. y durante tres días estuvo
tan triste y abatido que llegó a alarmarine
deveras.
Al cuarto vi *tl levantarme «ni
pavel deslizado bajo mi puerta. en el
que leí lo siguiente: "Me has abandonado.
y ya sabes lo que te ne dicho.
Has ordenado mi muerte y como
no quiero ser encontrado más que
por tí. ven al parque al mismo sitio
donde por última vez te dije que te
amaba v levanta los ojos. "
Creía'que iba volverme loca. Me
vestí a toda prisa y corrí hacia el
tugar designado. Alcé los ojos. >
hIro que se columpiaba entre las hojas
porque hacía viento mucho viento.Desde aquel instante no se lo qut
hief. Deb- crr¡! primero desmayarme.
quizás caer en tierra y luego volar
hacia el castillo.
Recobré el sentido en mi lecho y
ion mi madre a la cabeza.
No me atreví a ver de nuevo el
cadáver de mi primo; pero Ppdi un
mechón de sus cabellos rubios. Estos
SOri estos aquí los tienen
ustedes.
La anciana se enjugó las lagrimas
v repuso:
—¡Rompí nii matrimonio sin decir
por qué y desde entonces he sido
siempre la \ ¡uda de aquel niño de
trece años¡....
Después la solterona inclinó la cabeza
sobre el pecho y siguió anegada
en llanto por espacio de aigún
k lempo- :
Cuando los huéspeues se retiraban
sus cuartos. uno de lus cazadores
a quien la historia había emociónadu
profundamente murmuró al oído
de su vecinos.
-Xu es por cierto una desgracia
ser bfiiiuiit ¡ítíi 1 hasta ose punto •
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Lozano, Ignacio E. La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 7, No. 1964, Ed. 1 Monday, August 23, 1920, newspaper, August 23, 1920; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1069984/m1/4/: accessed July 16, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; .