La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 7, No. 1873, Ed. 1 Monday, May 17, 1920 Page: 6 of 8
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- POESÍAS SELECTAS -
LA LEYENDA DE LOS VOLCANES
Ahí están: cual invencibles torres ce Dios. Con
(herrumbes
de cien siglos y despojos de cien razas..Sus pilares
sosteniendo de los cielos las espléndidas techumbres
lanzan al azul los duros capiteles de sus cumbres
calcinadas por el fuept» de las púrpuras solares.
Ahí están las bravas cumbres de los astros fron
< terizas.
de gloriosa tradiciones y episodios rail cubiertas;
y cardando ias mortajas de las nieves invernizas
como los blancos patriarcas que- conservan las
(cenizas
levantadas en el viejo polvo de las razas muertas.
¿Veis aljá en sus funía roías en íus prieta? por
(sus abras
llamas lívidas que corren en el ábrego nocturno?.*..
Son las brujas que se juntan para el sábado nía
(cabras.
y que buscan—murmurando cabalísticas palabras
en sus vuelos trashumantes—los anillo- de Saturno.
Kilos saben de los vuelos de la> águilas caudales
y del rayo oue los marca con sus rúbricas veloces.
En sus torcas de mil años se hunden cósmicas
(señales x
y en sus flancos rueda el trueno de los roncos
(vendavales
uue en .-us agrias frent-es juegan cun sus blancos
(albornoces.
Mas también cosas amables los aliñan: er. suc
(faldas
t;enden sus encajarías de follaje ias praderas:
y se cubren les colosos las indómitas espaldas
como los emperadores—con e! manto de esmeraldas
hecho por las dulces manos de las suaves primaveras
Por encima de -a noche su indomable flecha lanza
el triunfal Popocatépetl solitario en su ascensión
y espejismos de oro sueñan en la necra lontananza..
j Ta! s-% eleva de la angustia más profunda la esoc
(ranza.
| y !a vida se decora con mirajes do ilusión.
Ellos saben los tormentos de la» razas ya vencidas
que fundaron a la sombra de su mole colosal
: un imperio con florestas por jardines.—;los ruido-!
cuando vieron las dos alas de aquella á<ruila tendida?
>*epterarse en las riscosas esmeraldas de un nopal.
¿Qué feror. Huitzilopochtl. qué Al uizotl de miro
(a*'¡esa.
¡ sobre el Ixtacihuatl bronco tendió pálida y sin vida
.1 la virgen iCT.orada que en sus hielos quedó pre«a?
¿No será el trágico símbolo de una raza la nrinícesa
I que insepulta er esos riscos rara siempre está
(dormida?..
RAFAEL LOPEZ
EQUIVOCACIÓN
Fueron tres años larjros.... Sus pupilas murenas
me veían de un modo tan raro y especial.
que 'as sientes que viven de las vidas ajenas
murmuraban a! cornos: Esro marcha muy mal
Tanto sus dulces ojos me llamaren que un dia.
ya rendido a su encanto decidí no luchar.
y el pájaro que en mi alma es amor y es poesía
se me salió a los labios y comenzó a cantar
I.e dije de .nis penas y de mis aponías.
oue ella llenaba ha tiempo mis noches y mis dias.
que mi pobre existencia era insufrible asi:
Y desde entonces siempre al vernos cara a cara
me contempla y sonríe con expresión tan rara
que yo—corrido—pienso que se burló de mí.
Ricardo MIRO
: )0(
¡CANCION LOCA!
Canción para sus labios colorados.
canción para sus dedos afilados
canción loca canción
para un pecho blanda fosa*
on la que impávido reposa
su ingrato corazón.
Canción para su pálida parpanta.
para sus ojos donde anida
canción loca canción
canción para su voz que dulce canta.
!a vida la lozana vida
de mi loca ilusión.
canción para la cinta que *a enlaza. ' |
Canción para su crencha de áurea traza
canción loca canción
para sus cejasarecs breves
que Amor oculto tiend* aleves.
certeros y a traición.
Canción para su> hombros nacarados
canción para sus brazos torneado?.
canción loca canción
para el hoyuelo de su cara.
ilondc dichoso sepultar?
mi duele y aflicción.
<~:iv "i■ »n para .-u es-ot" a mi ansia buenorancw
n para b hondura de su -eno.
«"ilición loca .canción
nara su carne que. hecha nieve
provoca en mi. cuando se mueve.
suave delectación.
Canción parí toda ella encantadora
canción para teda ella seductora.
canción loca canción.
canción cantada on voz fuerte
para que. oyéndola despierte .
su ir.jrrato orazón.
José A. LUENGO •
FN LA BRECHA.
A mi esposa.
Ni mciia l-i <•] »r?ro ni >*ota la loriga.
\'u rendidos el filma ni el cuerpo a la fatiga
Y al dolor de un vivir angustioso.
Estéril y tedioso.
Torno a la v:eja lucha la de mi juventud.
Pero con una nueva y un? rara virtud:
•Sé creer y esperar.
Y ;ufrir y anhelar;
S" con mi? propias manos secar mi propio |
(llanto
Y oponer la muralla de la fe al desencanto.
Y tal virtud la debo a a "ti y a tu alma brava
Que luce en tus pupilas tras de tu ceja 'lava.
líi aprendí./n tus palabras: es en tu fortaleza
Donde encontró refugio y fuerzas m: flaqueza.
Y llevo a la contienda como supremo orgullo
r;l sortílego encanto de un larJro b«so tuyo.
Seguro estoy del triunfo de que mío el tesoro
Será tras 'a conquista de los mis ideales.
Put-s llevo la bandera de tus cabellos de oro
Y e! blancor en mi escudo de tu? manos du(cales.
M. MIZQl'IZ BLANCO.
Estando poco amisras Roma y Ye
necia dijo e! Papa al Embajador do
aquella República que deseaba ver
el acta o escritura por dor.de los ve
necianos fuesen dueños de! mar A
driatico.
El Embajador le responuio <iuc Su
Santidad baüiría dicha escritura a
espaldas del oricinal de la donación
hecha por Constantino a ia íirlesia
Romana.
Cot^o ta! donación no existe se -a
Nó el papa.
E! célebre Duval biblotecario ;1?|
Francisco 1. respondía muchas vece -1
a lo me le preguntaban:
—No sé nada de eso.
Un ignorante le dijo un día:
—Pues el soberano os paga par;; i
que lo sepáis.
--El soberano me paja por lo que
yo ««'•. Si debiese pagarme por lo q".e
¡¿-ñero no le bastarir.n t.- dos los teso
ros del reino.
Cuentan <iue durante la revolución
fra¿KCSa iba a entrar en París '.'I Mar
ques de San Cyr. y los quo crlindaban
'a puerta le preguntaron su non
bre.
- -Se\ el señor M trqu.í d< San Cyr
--respon-iio él
—Ciudadano—replicó el guardián
—f-so de señor ya no se estila en
Francia. %
-—Tiene razón soy el marqués de
San Cyr.
Ciudadano la /iación abolió los
marquesados.
—También es verdad: soy pues
de San Cry. -
-Ciudadano ya no nay oc am»
del apellido.
— La razón os sobra: no soy más
que San Cyr.
—Ciudadano la r3«»n lia suprimí
do los santos.
—En efecto y siendo así. sólo me
llamo < 'yr.
—Ciudadano en Francia ya no hay
"Sires" (tratamiento de los sobera
nos '.einantesl; no hay más que her
ma ñor.
—Pues entonces ¿a qué tanto pre
«runter?. soy vuestro hermano.
—Eso es otra cosa y. . .. puede ser
verdad porque yo say inclusero.
Hablando de Mirabeau. decía el
cende su hermano:
— Es el más tonto y el más honrado
de n.i familia: en otra podía ser el
más listo y calavera.
LA SOMBRADE NAPOLEON
Ha sido generalmente sabido en
Europa que el espíritu do Napoleón
apareció ante su madre. Madamc
Leticia pocos momentos después de
.su muerte en Santa Elena. Cierto
fué el caso y este incidente es recordado
en la publicación hecha pocos
años después por la señora Fraser;
A diplomatic Wife in many
Lands.
Madame leticia. conocida en
Francia por madame Mar-? fué
última que despidió a Napoleón
cuando se embarix- para la Isla de
Smta Elena. Su Adieu. Madame
Mare fué contestado por ella en
italiano: Addio fijlio mió.
Cerca de seis anos después de su
última partida. Madame Mare esta
ba sentada una mañana en la sala
del Palacio Bonaparte en Italia
(5 de mayo de 1821) cuando c!
sirviente anunció un visitante que
(losaba ver a Madame Mare. sola c
inmediatamente como que era por
tado'r de importantes nuevas del
Emperador en exilio. Ella en seguida
din orden de que pasara a su
presencia y el extranjero fué de
consiguiente introducido. Estaba
envuelto en una eran capa y tenia
el sombrero con las alas caídas sobre
sus ojos: pero al entrar en la
sala corno el sirviente se retirara
rambióse sombrero y tirando su
'•apa nuc tapaba rarte rle.su cara
ouedo un hombre que no era otro
««no el gran Emperador su amado
lujo.
Madame Mare lanzó un grito de
aturdimiento y de placer y poniéndose
depose ti^it'-" de abarzarlo calurosamente.
Pensó c'.la que alguien
le había proporcionado la salida
dee Santa Elena y venia a salu'darla
y estrecharla antes de seguir
•i Francia: pero el contacto de sus
manos sintió la frialdad del yació
y nuedó imposibilitada -ara moverse
o hablar y ó! exclamó solemne y
gravemente ó de mayo de 1821. v
retrocediendo con lentitud desapareció
por la puerta de atrn- dejando
caer bruscamente la pesada cortina.
Madame Mare. recobrando su
serenidad lo siguió hasta el coarto;
pero lo encontró vaceío. Flntoncees
con ligereza entró en el salón donde
según costumbre estaba sentado el
sirviente y dijo:
—¡Dónde está el caballero que
acaba de salir?
; Excelentísima señora—contes
tó el sirviente.—nadie ha pasado por
aquí desde que yo llevé el caballero
a su presencia y he permanecido
aquí todo el tiempo.
Seis semanas después tiempo que
se empleaba en aquella época para
saber de Santa Elena. 1 lepaba la noticia
de la muerte de! Emperador
ocurrida a las fi p. ni. del 5 de mayo
de 1821: y su espectro apareció a
Madame Mare a las 11 a. m. del siguiente
día.
En esta ocasión tres fueron los
sirvientes que vieron al Emperador:
el portero que lo recibió en la puerta
del frente: el lacayo que estaba
en el salón y que trató de recibir su
sombrero y capa y el sirvient# que
lo llevó ante Madamc Mare: pero
ninpuno de ellos lo vio- salir a
pesar de que todos permanecieron
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y restaurado su vitalidad. Ha impedido que el bisturí
del cirujano corrija algunas de las afecciones
propias del sexo. Cada una de las afecciones su
fridas por 1a mujer deja su marca. Ha~e perder
el color la figura el temperamento en fin. las hace
aparecer viejas antes de tiempo. ¿A quién le
pista una mujer vieja y achacosa? Su vida no es
más que miseria Por eso el Laxviburnum Compound
para enfenr.edades de numeres es una dádiva
inapreciable.
Si usted sufre de debilidad vahídos dolores periódicos
pérdida de apetito palidez dobr en los
ríñones calofríos manos y pies fríos calenturas
desfallecimientos palpitaciones de! corazón nerviosidad
jaquecas crónica; falta de reposo sueño agí- j
tado dolores generales es pernos flujos del corazón
hormigueo y dolores entre ¡os hombro? acidez
en el estómago náuseas indigestión evacuación »
dolorosa de la orina que produzca ardor irritación
y dolor en los órganos uterinos peladillas desconsuelo
histeria constipación flatulencia dolores on
los miebros pérdida de memoria falta de energía
insensibilidad en los pies postración nerviosa me
lancolía. y debilidad general alquiera este soberano
remédio que es una dádiva de inmenso valor pa«
ra su sexo y bendecirá el dia en que vio este
anuncio. En los tres periodos críticos do la mujer
el Laxviburnum Compound es de valor inapreciable.
Un trata.miento completo de Laxviburnum cuesta
$10.00; medio tratamiento S6.00 pero es indiscutible
que vale millones para las pacieres porque
las reelevará de sus afecciones. Laxvibunrnnm no
se encuentra a la venta en las droguerías. The Laxal
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Ave. Pittsburgh Pa. (Adv.j
f
FOLLETIN NO. 24.
CARMEN
Novela Mexicana
x l'or
PEDRO CASTERA
o por causa del amor. su hermo>ura
resplar<l vy «-o: .o nunca y la vida
!a juventud y la gracia mezcladas a
sus inocencias c: sus pudores y a su
rasión le daban un magnetismo y
una fuerza atractiva irresistible. Su
frente carecía ya de rubes. Los ce!o.ror
el pasado acabaron por desaparecer.
Sus inquietudes huyeron. 1.a
sonrisa no cesaba un instante en sus j
iabios. y en sus ojos había el fuego
ia llama y ia luz de una pasión in
mensa. devoradora inextinguible. ¡
Por mi parte renuncio a pintar lo
<iue experimentaba: pero mi corazon
dilatado luminoso y sereno como los
cielos oraba al palpitar. .. confundiendo
en el mismo amor a Carmen
a mi madre y a ese Ser a cuya mi- i
rada se forn^? en un instante la Creación.
Al morir ¡a última tarde do Junto
mi madre viendo a Carmen enrojecí
da hasta el exceso por ei calor con
ios ojos y los labios húmedos y bridantes.
revelando en todo la salud
¡m aicjna y el cariño. Te dijo;
— Ahora sí .Pronto nos casaremos...".No
es verdad?
Carmen por toda vespui.-tH
arrojó en sus brazos devorándola a
caricias y a besos. Poco después se
quejaba de un dolor de cabeza que a
ningruno nos inquietó atribuyéndolo
a la alta temperatura que hacia.
La noche llesr'» sin astros. Grue-as
y nesrras nubes invadieron la atmósfera.
y truenos <ordo? v lejano? a- j
nunciaron la proximidad de una toe j
menta. I
Al retirarnos del comedor a la sa
ia. me dijo Carmen que continuaba
quejándose del mismo dolor:
—No tenjras cuidado: nada tenío.
Es un pretexto para acostarme
temprano y que paedn- lublar
con Mamacita. _ a ves que ella
también lo quiere. —
— • Y tu? la preguntó.
—¡Ser tu esposa! exclamó mirándome
hasta el fondo del alma. ;Se>*
tu esposa para siempre! ¡Ser tu
ya... es una felicidad que tu tie: e
r->mbre v que nuni-3 podría yo explicar!
¡Hábiala!
Media hora después. Usando ae
aquel pretexto se retiro de la sa!a.
acompañada por mi madre que
al salir me dijo no tardaria mucho
en volver.
* La tempestad seg-uia acercándose
á la luz de los relámpagos palidecía
la del quinqué que alumbraba la
pieza. Los truenos eran más frecuenta?
la atmosfera estaba caluro
sa y 'a noche volvió diciendo:
ble. Mi maire volvió diciendo:
—He dejado una criada para que
la acompañe no fea que vaya a tener
miedo por el ruido de ¡a tempestad.
que. según parece va á ser
muy tuerte.
Mi madre tomó un pequeño sillón
de bejuco y colocándolo de modo
que a sus espaldas brillasen los
relámpagos sacó el rosario para comenzar
si:- oraciones sentándose en
frente de mi y a corta distancia.
—Tengo que hablarle á usted
en serio le dije a! ver sus preparativos.
Está bien hijo mió contestó
envolviendo su rosario en la mano
izquierda '.Qué tienes que decirme?
Aproximando mi sillón al suyo
agregué con voz que trataba de aparecer
serena pero cuyo temblor lo
desmentía:
—Cármen esr.á ya sana madre
mía.
—Si. gracias á Dios.
—Antes no le habría dicho á usted
nada porquee una emoción dema
siado viva hubiera podido matarla;
pero ahora ya es diferente y quiero
ser franco y explícito de una vez.
—Habla hijo mió
Era fácil decirlo pero difícil.. Mi
madre me había inspirado siempre
por sus virtudes. po>- su santidad y
p.-r su abnegación sin límites para
resistir el sufrimiento un respeto
profundo respeto tan grande que
llegaba a mi hasta el miedo á un
miedo puerid. injustificado inexplicable
pero que aun en la época tormentosa
do mi vida me obligaba á
obedecerla sumisamente. Aquel respeto
provenia. M.'i duda alguna de
que en el corazón de una madre
está siempre visible para el hijo...
Dios.
Temblaba yo sin saber por qué.
al ver llegada aquella hora. Los re
lámpagos y los truenos seguían en
el exterior y gruesas sotas de lluvia
comenzaban á azotar los crista
lees de las ventanas l^a tempestad
se c.ernia sobre nuestras cabezas.
Madre...dije resueltamente yo
quiero casarme.
'Sus párpados me ocultaron sus
dulce? y apacibles ojos y \ i moverse
sus labios como si orase. ;Ah!
nunca en momentos felicees ella se
olividaba de Dios!
—¡Bendito sea Aquel que todo lo
dispone! exclamó después. Por fin
te ha tocado el corazjn! Lo apruebo.
querido hijo.
—¡Gracias madre mía! gritó mi
alma y arrodillándome ante ella
tomé sus delgadas manos'para besárselas.
—¡Pobre niña! agregó con voz
conmovida Te ha querido y te
quiere tanto!
— -Verdad que si?
" —¡Oh! ¡Sí! ¡Sí Yo respondo
de ella. ¡Yo te lo aseguro y tú no
depes ya dudar' .
—Nunca he dudado madre con
testé con ternura.
—Carmen os una criatura que
nunca ha tenido la más leve queja
contra tu conducta y derecho tiene
para hacerlo replico ella con un
acento tan dulce que su voz parecía
empapada en lágrimas.
—;Por eso la quiero tanto! excla
mé con arranque.
Haces bien. Elia te quiere lo
mismo.
—Por eso también quiero que
cuanto antes nos casemos.
¿Quiénes^ gritó mi m/dre con indecible
espanto.
—Cárnien y yo madre mía.
Mi madre se puso en pie rígida
convulsa y con los ojos arrojando
llamas. Se qjedó mirándome con
fijeza Ny deespués inclinándose hacia
mi que continuaba arrodillado
delante de ella dijo con un acento
tan dolorosa que mi corazón detuvo
sus latidos:
¿;Qué has dicho desgraciado?
¡Casarte tú con Cármen ¿Habré
oído mal. Dios mío ¡Casarte tú con
Cármen.. .tú tú!...
—¡ Si. madre... yo!
—¡Imposible! j ¡Nunca! Jamás
gritó con acento áeseperado.
La tempestad *sc desencadenaba
por fuera con horrible furia. Los
truenos y ¡os relámpagos se sucedían
casi sin interrupción.
—¡Madre! exclamé con agonia.
sin comprender aquel brusco y terri
ble cambio.
Ella permanecía en pie frente á
mí* temblorosa desencajada y tan
pálida como una muerta. En sus
ojos brillaba el espanto la angustia
y una tremenda indignación.
—¡Nunca mientras yo viva! prosiguió
con terrible energía. ¡Jamás.
.. .jamás! Aun cuando yo estuviese
muerta...porgue mi esqueleto
saldría de ¡a tumba para impedir
esa unión!
Me puse en pie y sublevándose
mi espíritu ante aquellas frases incompresibles
é insensatas para mi
y que me parecían dictadas por un
odio inexplicable le dije con re.-pc
to. pero resueltamente:
— Está bien madre mía. Entoncees
me casaré con Carmen sin el
consentimiento de usted.
Ella se precipitó sobre mí ponien
do sus manos en mis hombros sacudiéndome
con ir.creible fuerza y fi
jando en mis ojos 1a mirada extraviada
de los ¿uyos. cuyas pupilas
copiaban en aquellos instantes las
de una loca me interogó con ansie
dad:
—¿Sabes quien es Cármen?
—Sí señora. Una pobre niña
huérfana á quien mi amor la hará
vivir fe-iz.
—¡Gracias Dios mío! exclamó
arrodillándose. ¡No ¿o sabía y no
lo sabe aún! ¡Gracias Señor!
Comencé á temblar creyendo que
mi madre «staha perdiendo la ra'
i
7.ón. y acercándome á ella y tomándole
una mano le dije:
—Calma madre. .Sea usted franca
conmiso como siempre. ¿Quién
es esa criatura para usted?
Ella se pjso en pie. apoyándose
en mi- mano; y sin soltarla y aproximándose
á mi contestó:
—¡Infeiz. . .Carmen es tuhija!..
Un rayo que en aquellos momentos
caía produjo una detonación espantosa
y al reflejo lívido pude observar
e inmenso dolor que revelaban
los ojos de mi madr-p.
Si aque ovar ÍUN'UNUNUNUNN*
Si aquel rayo hubiera caído sobre
mí no me habría causado la impresión
que aquella frase tremenda. Yo
senti como si mi cerebro hubiera sido
partido en dos por un achazo >*
tambaleándome como un ebrio fui a
caer inerte y como una masa sobre
el sofá de la sala. Mi madre corrió
á mi lado.
El golpe fué tan profundo y tan
inesperado que por espacio de algunos
minutos no pude pensai.
Cuando me repuse un poco balbucí:
—;Carmen! mi hija ¡Dios...;pero
si eso es imposible madre'
—Serénate replicó serénate un
poco >' después hablarémo?.
Aquello era equivalente á decirle
á un hombre que va rodando sobre
un abismo que tenga calma para
despedazarse. Sin embargo aiecie
tranquilizarme y le dije»
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Lozano, Ignacio E. La Prensa (San Antonio, Tex.), Vol. 7, No. 1873, Ed. 1 Monday, May 17, 1920, newspaper, May 17, 1920; (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth1068513/m1/6/?q=%22%22~1: accessed July 17, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; .