El Paso Morning Times (El Paso, Tex.), Vol. 36TH YEAR, Ed. 1, Monday, February 14, 1916 Page: 4 of 4
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UATRO
PAGINA DE LOS L-UlSTESl
LAS HORAS
Si la humanidad se diese cuen-
ta exacta de lo que significan las
horma otro seria su presente otra
seria su realidad.
He ahi el problema: k que re-
presentan las horas.
Con qué terrible angustia las
cuenta el que sufre.
Qué rápidas transcurren para
el que goza !
Para la felicidad pasan volando
para el dolpr nunca acaban !
Y sin embargo las horas cons-
tituyen todo el poema de la hu-
manidad. Si nos ponemos a considerar
.las que han transcurrido inútil-
mente para los fines de la vida
cuántas horas perdidas cuántas
de errores de crímenes de injus-
. ticias. de tiranías de opresiones
de maldades demónicas que a
través del tiempo y de la histo-
ria en la gran esfera de los siglos
están ahi marcadas como conde-
nación eterna de la humanidad
para estigma de los hombres!. . .
Pongamos toda nuestra aten-
ción en la gran esfera de un re-
loj bien désele que esta invención
nos enseñó a medir el tiempo o
bien -desde que la humanidad
dándose cuenta del tiempo deter-
minó medirlo. Cuánto valor
positivo nos enseñan!. . .
Y sin embargo ni de uno ni de
otro modo la humanidad ha sa-
bido aprovechar sus horas. El
dolor no ha desaparecido del
mundo. La civilización no ha
vencido al dolor. . . . !
Pero qué son las horas? Son
indefinibles y lo dicen todo.
Horas de los maestros de los
inventores de los regeneradores
la humanidad os oye os plaude
os sigue. . .
Hora trágica de la destrucción
e incendio de Roma por Nerón . .
Aún el mundo te maldice.
Qué horas de angustia las de
Colón que bien empleadas por
Isabel aquella en que supo adi-
vinar al genio . . .
Horas de la Libertad y de la
Democracia el mundo mide su
tiempo por ellas.
Horas de los mártires del deber
y de la abnegación la humanidad
bendice vuestro sacrificio.
Hora de Franklin . . . Esclavi-
zaste al rayo.
Horas de los mártires del de-
ber y la soberanía del pensamien-
to dando libertad a la conciencia
alas al genio.
Hora portentosa del Arte hicis-
te de piedras mármoles y bronc
ees cera moldeable a las concep
ciones sublimes de la inspiración.
Horas de la Música hiciste llo
rar a las piedras.
jOh manantial inagotable de
las horas cuánto nos queda por
beber en ti . . .
Horas de los poetas . . . Seguid;
seguid cantándolas que de voso
tros es la vida de los cielos ! . . .
Horas de los que se aman ! . . .
qué cortas son lo dijo Heine:
!Qué lentas que tardías son las
horas!
En soñoliento y perezoso bando.
Se deslizan se arrastran indolentes.
Horas del bien y horas del mal ! Oh bando perezoso apresuraos !
Qué poco pesan las primeras. . En vano en mi impaciencia me
Cuánto abruman las segundas. revelo:
Pueblos que las supisteis em- Nunca amaron las horas nunca
plear la humanidad no os ha pa- amaron.
gado vuestra vida!
Pueblos que las empleasteis en
el mal la humanidad nos ha cas-
tigado por todo el daño que hi-
cisteis!. . .
Aquellos instantes que precé-
dieron a la sublime creación del
huerto de las olivas qué horas
de abnegación ! . . .
" Dejadme apurar Señor hasta
las heces el cáliz de la amargu-
ra." Qué sacrificio más genero-
so de una vida; que era de dolor
tan bien empleada para la huma-
nidad y qué enseñanza tan grande
y de consecuencias tan trascen-
dentales para el hombre . . .
- En cambio qué hora tan fatí-
dica la de los verdugos que con
denaron a Cristo.
Todo el proceso humanu. re-
0 trata al hombre en el emplea de
las horas. Jueces que hacéis jus-
ticia empleadas' bien.
Hombres que regis los destinos
de los pueblos empleadlas bien
contadlas minuto por minuto pa-
ra la edificación social.
Gobiernos de las naciones oue
Y unidas en secreto en liga
odiosa
Se burlan ay! del triste ena-
morado. A través de ellas dediquemos
un recuerdo a Abelardo y Eloísa
a Romeo v Julieta a Isabel y
Manilla. . . !
N'egras horas del suicida quien
descifrará tu enigma.
Hermosas horas de la vida.
Dios cuenta nuestra eternidad.
Horas de los niños horas de la
infancia. lo pájaros os cantan v
cuentan por vosotros el tiempo en
el reloj de la vida!
Dichosos los que salen prepa-
rados para medir el tiempo!. . .
Horas del hogar v de la fa
milia . . . Cuánta responsabilidad
os debemos!
Yjasí de gradación en grada-
ción kenemos ante nosotros la
grair liquidación de las horas a
través del tiempo y del espacio
del prénsente y del porvenir sin
haber llegado aún al saldo de
nuestras cuentas.
Y la humanidad sigue prosigue
Qué hora más cruel la de Ze
nea!
La naturaleza fué inconsciente-
menté mas piadosa que sua jue-
ceshizo brotar laureles que
fueron oportunos en la hora del
sacrificio.
Y las musas con sua sublimes
arpas cantaron de inmortalidad.
Qué horas laa de Heredia!
Cuán tristes las de Plácido. . .
Qué grandes y fulgurantes las
del Grito de Baire. Aún siguen
iluminadas por el sagrado fuego
de Bayamo!
Y la de Martí?... cuando pa-
recían las horas extinguidas per-
didas en el templo muerta la fé.
El empleaba las horas como
Aquel de Galilea:
"apurando hasta las heces el
cáliz de la amargura". . .
Y la hora de Baire llegó. . . y
después la grandiosa redención
de un pueblo.
Las horas que nos quedan son
nuestras? Podemos disponer de
ellas?. . . No: nuestra misión es
aprovecharlas... saberlas apro
vechar para el bien de Cuba.
Que hora mas espantosa la de
la guerra I... cuando sonará la
hora de la Paz ! . . .
Reflexionemos pues sobré las
horas.
En la casa en el hogar en la
familia en los pueblos en las na-
ciones. Cuanto nos dicen cuanto nos
enseñan.
Cuantos remordimientos entra-
ñan por no haberlos sabido apre-
ciar. Ese instante en que la señala el
reloj qué. gran filosofía de la
Vida !
Y sin embargo aún no nos he-
mos dado cuenta de lo que son
las horas.
Benditas sean ! . . . si las em
picamos en el Bien.
Qué irresparables son. emplea
das en el Mal!
Erasmo REGUEIFEROS.
UNA AGONÍA
os entregan vuestros gobernados i la marcha y el gran Saturno de
para la regeneración universal
Mora que se pierde no vuelve
más: hora que se aprovecha pue-
de repetirse. j
Horas de los poetas. . . por
nuestros cantos siente la huma-
nidad la harmonía del ritmo.
Horas de los filósofos por ha-
berlas empleado bien siente la
humanidad el valor de la vida.
Horas de los historiadores por
nuestra obra siente la humanidad
las lecciones del tiempo.
Horas de los descubridores por
vuestra tenacidad en el empleo
del tiempo os debe la Divinidad.
vorándola sin que ninguno de!
sus hijos le haya podido decir to-
davía Detente que ha llegado
tu hora de descanso!
Ya la humanidad én el presen-
te siglo cuenta sus horas de des-
trucción de hacatombe horrible
de guerra impía y cruel guerra
de devastación y ruina.
También nosotros tuvimos
nuestras horas! horas de angus-
tia y de dolor por amar la liber-
tad : horas de incendio' por amar
la libertad horas de ruinas por
amar la libertad de persecución
y martirio por amar la libertad.
Es el único cuarta que nos
queda-me dijo Margarita la
loncella de la fonda y en mu
chos días no habrá otro disponi
ble.
Entra pues en un diminuto
aposento con la maleta en la ma-
no. Una puerta cerrada lo sepa-
raba del cuarto contiguo. Pero la
ventana daba al paseo de los In-
gleses y cuando se llega a Niza
a las tres de la madrugada la
víspera de la batalla de flores
hay que conformarse con lo pri-
mero que se encuentra.
- Apenas hube dormido uif cuar-
to de hora cuando me despertó
con sobresalto un ruido muy cer
cano a mi lecha
Un tanto intranquilo encendí
luz a toda prisa salté de la cama
y me arrodillé para ver si había
algo debajo de ella.
Registre el cuarto y a! ver que
estaba vacio creí que había sido
víctima de una pesadilla cuando
de repente se produjo el ruido.
Me párece que alguien sollo-
za en el cuarto inmediato dije
para mí Será algún inglés que
tiene dolor de muelas o que habrá
comido más de lo regular.
Volvíme a acostar tranquila-
mente y apagué la luz.
Mas apenas había inclinado la
cabeza sobre la almohada oi de
nuevo los sollozos más lentos pe-
ro siempre en extremo doloro-
sos y acongojados.
A los pocos instantes una voz
de mujer murmuró con acento
lloroso s
I Pero no viene ese médico?
Después de un rato de silencio
contestó una voz de hombre
Ten paciencia mujer. Esta
ría ya acostado al recibir mi car
ta v habrá tentdo que vestirse
En aquel momento oi el ruido
que produce una cuchara al mo
ver un liquido en un vaao. y la
voz de una mujer que decía:
i Quieres beber. hermoso
mío? Es tu medicina .. .para
curarte.
Transcurridos diez minutos ain
que nada se oyera y en medio del
silencio percibí los pasos de al
guien que subía por la escalera.
se acercaba llegaba al corredor
y entraba en el cuarto inmediato
al mío.
iAh doctor!... i Gracias
mil-gracias! exclamó mi vecina.
El medico no contestó en un
principio; pero al cabo de un rato
dijo: .
Para que me han molestado
ustedes?... Xo hayx absoluta-
mente nada de nuevo.
Es que hace un momento se
ahogaba repuso la mujer
crei que iba a expirar. Sálvele
usted doctor! Sálvele usted por
piedad!
Tranquilícese usted señora
he hecho todo lo necesario y no
es posible modificar el plan cura
tivo. Si duerme no le despierte
usted para hacerle tomar la me
dicina. El sueño es lo que más le
conviene.
Los pesados pasos del médico
se dirigieron hacia la puerta
cuando vi que le acompañaban
no pude resistir la tentación que
me obligo a saltar del lecho
echar un vistazo por el corredor
Con gran sorpresa mía noté la
presencia de un caballero muy
grueso y calvo que sin duda te
nia más de setenta años. El buen
señor iba en mangas de camisa y
con una palmatoria en la mano.
Al llegar al extremo del corre
dor se detuvo y pregunto ar mé
dico:
La verdad doctor dígame
usted la verdad !
Todo ha concluido exclamó
el facultativo. La congestión se
ha apoderado de los pulmones y
la muerte es Cuestión de muy po
co tiempo.
Ocúlteme a toda prisa y me vol
ví a acostar sin que me fuera ya
posible conciliar el sueño.
A las cuatro y media de la ma
ñaña oi el siguiente diálogo entre
los vecinos:
Dios mió ! i Dios mío i
Abre la ventana !
El infeliz se ahoga!
Socorro socorro !
No pude soportar por más tiem
po aquel suplicio. Comenzaba a
rayar el alba y me vestí apresu
nulamente saliendo en seguida y
uirigienaome nacía ei mar.
Y con la vista fija en el nacien
te sol me preguntaba si la mano
que sostiene los astros en el cielo
no habría podido establecer entre
la alegna y el dolor la misma me-
dida que existe entre la luz y la
sombra.
A las ocho regresé a la fonda
con objeto de recoger el para-
guas para evitar los rayos del as-
tro del día.
En la puerta del cuarto encon-
tré a Margarita la cual salía del
cuarto de mis vecinos.
;Ha muerto? le pregunté
entristecido.
Sí señor me contestó. No
se consolarán nunca de la desgra-
cia que les aflige I Son ya tan
viejos! Su madre mnrió al na-
cer el hijo a quien tanto han que-
rido. Mírele usted: era una pre-
ciosidad. Y abriendo los pliegue del de-
lantal que llevaba recogido como
si fuese un saco me enseñó Mar-
garita un perro faldero con las
patas estiradas y ya completa-
mente rígidas como los conejos
que se ven en los puestos de los
Mercados.
HUGO LE ROUX.
UNA LEYENDA SERBIA
Hospitalidad.
La raza eslava tiene bastante
fama desde los tiempos más re-
motos por su hospitalidad. En
Serbia este sentimiento está muy
arraigado dando origen a algu
nas leyendas. Una de ellas exal-
ta la virtud popular de la hospi-
talidad en su bárbara y fantás
tica concepción hasta el sacrificio
más atroz. Era el anochecer : lá
luna alta y silenciosa contem-
plaba los vastos campos cubier
tos de nieve. Un desconocido lla
mó en casa del pobre Lázaro. Se
le abrió.
Bien venido seas a mi casa
le dijo Lázaro y dirigiéndose a
su mujer añadió: Luibitza en-
ciende la leña y prepara cena.
Grande es el bosque y la lefia
arde y crepita mírala en el ho
gar.
Pero de dónde sacaré la le
na." Hace ya dos días que no
comemos nada absolutamente?
Una ráfaga de vergüenza y so
rojo oprimió el corazón del pobre
Lázaro.
Cómo eres serbio dijo el
desconocido y no tienes nada
que ofrecer a tu huésped?
El pobre Lázaro buscó en la ar
tesa fué a ver en el granero y no
pudo encontrar nada ni un peda-
zo de pan ni fruta. De nuevo la
turbación y la vergüenza le mor
dían el corazón.
He aqui algo bueno que co
mer excelente came fresca dijo
el forastero poniendo su distra
Sobre la hermosa y rizada cabeza
de Janka el hi j i to.
Luibitza miro al desconocido
lanzó un grito y cayó al suelo
desmayada.
j Jamas exclamo Lazar o
jamás podrá decirse que un Ser-
bio haya faltado a los deberes de
la hospitalidad!
Cogió a Janka. su mío predilec
to y lo degolló como si fuese un
cordero y dló a comer al huésped
aquellas tiernas y aptpitantes car
nes. Lázaro se fué luego a dor-
mir en paz. Pero a media noche
el desconocido se acercó donde él
estaba y lo despertó y dijole :
Levántate Lázaro yo soy el
Señor tu Dios. La hospitalidad
serbia permanece sin mancha.
Tu hijo ha resucitado y la abun-
dancia ha entrado en tu casa.
Y Lázaro la bella Luibitza y
Janka él de los hermosos y en
sortijados cabellos vivieron por
largo tiempo ricos y felices.
La leyenda es de una terrible
poesía seméjate a la biblia del sa-
crificio de Abraham de la cual
evidentemente es una derivación.
Mas en su trágica fantasía tiene
toda la ruda belleza de. la virtud
popular salvaje en su lógica sim-
plicidad i
PARA EXTRAER PARTICU
LAS METALICAS.
Una reciente aplicación de la
electricidad a la cirugía es un po-
deroso magneto para extraer par
tículas de metal que penetren en
los ojos manos o en otras partes
del cuerpo humano. El aparato
vá montado .sobre una caja que
tiene resistencia para regular las
corrientes que pasan por las bo-
binas. Dicho aparto funciona en
el departamento de socorros de
una compañía eléctrica y manu-
facturera de Pittsburg. Antes
del uso de este aparato los mé-
todos usuales de esta extracción
eran dolorosos y deficientes; con
el nuevo aparato la operación es
fácil y cómoda : la parte del cuer-
po donde ha penetrado la partícu-
la de metal se coloca contra el
polo extremo del aparato se es-
tablece la corriente y el magneto
se encarga de la extracción. El
polo o extremidad del instrumen-
to es movible pues son necesa-
rias varias formas para operar en
las distintas partes del cuerpo le-
sionadas. El nuevo aparato fun-
ciona de un modo tan precito y
delicado que se han podido ex-
traer partículas metálicas casi in .
visibles.
LA MOT DE LA FIN
Yo creo que el apellido Pérez
fué el primero en el mundo-
decía un guasón a un estudiante.
No comprendo.
No recuerda Ud. que Dios
dijo a Adán en el Paraíso: "Si
comes la fruta del árbol prohibi-
do perecerás?"
POR LA VENTANA
Profanar el amor llegar artero
de noche entre las sombras recatado
esquivando los pasos y mañero
la faz hundida y el embozo alzado.
Tender la escala. . . . con la viU alerta
trepar por la pared que se desgrana"
y a donde todos entran por la puerta
entrar como ladrón por la ventanal
Apagada la luz hablando quedo
temerosos convulsos vergonzantes
sintiendo juntos el amor y el miedo
contar con avaricia los instantes.
Querer que calle hasta el reloj pausado
que cuelga en la pared altó y sombrío:
ser joven ser amante ser amado
y estando juntos tiritar de frío.
Sentir el hielo que en las venas cunde
cuando los nervios crispa el sobresalto
y maldecir la luna si difunde
su delatora luz desde lo alto.
Besar con miedo sin rumor y aprisa
caminar de puntillas por la alfombra
y b cruje el cristal bajo la brisa
temblar pensando que una voz nos nombra.
Cuando canta la alondra retirarse
atravesando la desierta sala
y. suspenso en el aire deslizarse
como vil bandolero por la escala.
Haber envenenado una existencia
convirtiendo en dolores el contento
y huésped sepulcral de la conciencia
albergar un tenaz remordimiento.
Ver encenderse su mejilla roja
temiendo siempre que el rubor la venza
y al encontrarla ver que se sonroja
los párpados bajando de vergüenza.
Ese no es el amor. . . . amor robado
que se viste de falso monedero;
ese no. es el amor que yo he soñado
y si es es el amor. . . yo no lo quiero!
Manuel Gutiérrez NAJERA.
SONETOS PARNASIANOS
EL OLVIDO
Corona el templo en ruinas gigante promontorio.
Y la muerte ha mezclado sobre buriel terreno
diosas marmóreas y héroes broncíneos de que el heno
agreste sepultura da al auge transitorio
Sólo un pastor guiando por el caduco emporio
sus bueyes con sü albogue donde un refrán heleno
suspira el mar atruena: y en el azul sereno 1
destaca el torso fuerte cual de un atleta dorio
La Tierra madre amante de los dioses que han sido
en Abril vanamente elocuente alza un canto
y al capitel vetusto ciñe otro verde acanto:
pero el hombre insensible a cuanto ve caído
sin conmoverse escucha en las noches serena
la voz del mar que evoca llorando a las sirenas.
V
VIII.
En la escuela Municipal se hilaba de otra
manera aunque no menos delgado; la Aritmé-
tioa y la Gramática se ponían pur delante de
toda enseñanza sin relegar al olvido la Geo-
grafía y la Historia Patria.
El que conjugaba el verbo un tur en todos
sus tiempos modos números y personas y su-
maba un encerado atestado de números ma-
yores que los de una tabla de logaritmos ya
iba pars) Salomón y ocupaba de rigor .I primer
lugar en todas las clases con mucha euvidia
de los otros alumnos que sabían al dedillo don-
de quedaba la Gliina y a ojos cerrados señala-
ban en el Mapamundi con una varita que te-
nía en la punta una diminuta cuenU lodo el
curso del Nilo a igual de uua hormiga que
fuese caminando por el discurrir del rio como
sobre un lulillo de miel o un reguero de polvo
83
El maestro no leía el "Año Cristiano" corno
Don Prudencio; pero tenía en cambio la ven-
taja de leer a rabiar los periódicos que le pres-
taba el Secretario del Ayuntamiento: periódi-
cos Incendiarios en los que el articulo de fon-
do era un baluarte con oriflama desplegada y
cañones en perpetuo bombardeo y cada pá-.
i-Cafo de gacetilla un toque de tambor a cala
cuerda v no de bombo y platillos en esa ba-
rricada de guerrillas do lucha de epítetos bom-
básticas; andaban por entonces tirándose los
trastos a la cabeza ultramontanos intransigen-
tes y liberales obseoados y eran de leerse las
crudezas que se decían de parte y parte en
papeles públicos donde no faltaban los Robes
(rieres ampulosos y los Dantoues palabreros;
a lectura de eBtos periódicos de cuestiones'
candentes exultaban le imaginación del maes-
tro de eaoeula y le sacaban d juicio a) ex-
tremo de cosquillarle el deseo de echar su plu-
mada subiré esas cosas de partido ; pero nunca
nodla a4ar del titulo v a rain ! Hai.k. .
embargo soñaba oue de un momento a otro
acudiría un articulo tan nutrido de razones
convincente y. tan pleno ae ensef
rates que abatiría por completo
lencas libe
96
se caía en la cuenta de que el muchacho no
era niño zangolotino.
Anduvo nuestrdtNioho largo tiempo fuera
de la "amiga" de la tía Dolores obligado por
m pobreza creciente de su madre a pasárselas
porteando v voceando alfajores de masa y bo-
cadillos de leche para lograr recursos que
aumentarían los pocos haberes que se arbitra-
ba Doña Mónica con el lavado de ropa y las
moliendas en el duro metate; pero el muchacho
crecía y su saber no pasaba de conocer el "To-
do fiel cristiano" la cartilla de "San Miguel"
y el alabado con lo cual estaba que ni de mol-
de para lazarillo de ciego; mas no era este el
camino que su madre quería que siguiera; y
por ver pasar todos los días a Cbencho para
la escuela contento como una pascuas y oírle
encarecer en largas conversaciones con Nicho
la vida legre y descansada de tal escuela en
la oue el maestro no usaba de palmeta ni de
orejas de burro para enmienda de perezosos y
correooidd de holgazanes con todo dolor de su
corazón y con peligro de mayores escaseces
mandó Doña Mónica al pequeño la escuela de
Don Facundo
Comenzó el niño por concurrir
VH7
"PAJARITO." FOLLETIN Xo. 12.
toque de ánimas; y se daba vueltas y vueltas
para rastrear por donde pendía la mayor ra-
jada de la panza y comida por el lado en que
la golpeaba el badajo; y en aquella parte so-
bada por el continuo uso Cbencho creía vis-
lumbrar con ojo de tsJidH las láminas invisi-
bles de los diferentes metales que entraron en
In fundición; se metió lanío entre campanas
que acabó per conocerlas nada más por el to
que de cada una de ellas: esto entre fas meno-
res; porque la mayor no ofrecía su ronco ta-
ñer manera de confundirla; era la esquila au
riña de sonido con un retintín cristalino de
regocijada risa infantil en la cual le salía un u
que otra nota quebrada á causa de la grieta
que se le abría por un costado; la "Chiquita"
era de tintirintín alharaquiento lenguaraz y
E artero; el esquilón oh el esquilón! tenia la
oca cerrada como señor de polendas; pero
una vez que se le iba la lengua soltábase en
tales registros y en (pnos tan timbrados. qne
resultaba el pico de oro para aquellas alegres
ai ouario ae de se gastaba la voz en imitar al esnnTlón
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El Paso Morning Times (El Paso, Tex.), Vol. 36TH YEAR, Ed. 1, Monday, February 14, 1916, newspaper, February 14, 1916; El Paso, Texas. (https://texashistory.unt.edu/ark:/67531/metapth197674/m1/4/: accessed April 26, 2024), University of North Texas Libraries, The Portal to Texas History, https://texashistory.unt.edu; crediting University of Texas at El Paso.